Monday, September 07, 2015

La Bandada Revolucionaria por Pedro Pablo Achondo ss.cc.


Tuve un sueño. Había un ejército de niños, eran miles y todos armados. Empuñaban lápices de colores, plasticinas, plumones, pinceles, acuarelas. Algunos soplaban serpentinas y hacían burbujas de jabón… algunos usaban máscaras, las había de ratones, elefantes, gatos, conejos… Pude distinguir a varios entre ellos, estaba Simón, el Dieguito, Gaspar a la cabeza, el Pedrito Sebastián, la Lourdes, el Vicho, la Clarita, Ambrosio, Martin, el Benja chico, el Clemente, la Olivia, el Manuel, la Celeste… algunos corrían, otros gritaban, algunos bailaban tomados de la mano; pero el ambiente no era de fiesta. Era un verdadero ejército dispuesto a pintar las calles con tizas de color, a rayar vitrinas ostentosas con hermosas e infantiles acuarelas. Estaban dispuesto a todo: muchos cargaban sendas bombas de agua. Los adultos temblaban, no sabían que hacer. La memoria de sus hijos les pesaba. Había varios sin nombre, sin rostro. Niños de todas partes, de todos los países, de todos los pueblos: Niños Mapuche, Niños polacos, Niños de Togo, Niños y más niños. Niños con vestidos, niñas con bigotes de chocolate, niños con el pelo de arcoíris, niñas con antenas de caracol. Niños dinosaurio, niñas astronautas. Niños con alitas, había muchos ¡Estaban todos en todas partes! Aunque muchos ponían cara de enojo, parecía chistoso porque en realidad estaban llenos de amor. Era una bandada de niños, niños pájaros, niños peces, niños búfalos, niños caballos, niños tigres… niños sin dientes, niños con anteojos allendistas, niños con tatuajes…

Ese día hubo una verdadera revolución. El ejército de los niños arrasó con todo y nadie movió un dedo. Adultos borrachos de cosquillas o llorando de una incontenible emoción sin nombre. Lo niños se tomaron hospitales y escuelas, se pusieron los gorros de policías y la cabeza entera se les desaparecía dentro. Se subieron a los barcos y se alejaron sin adultos de la orilla. Cuentan que hubo niños bañándose en las piletas de los malls o en las aguas del Mapocho y moviendo los relojes en las estaciones de trenes. Muchos tirando globos en todos los semáforos de la ciudad. Niños arriba de los árboles, niños jugando futbol dentro de los supermercados… Fue un día larguísimo de casi una semana.
La bandada de niños volaba sobre los autos y transformaba los jardines y palacios en parques de juegos. No quedó cama hecha ni cocina limpia. Guerra de comida, guerra de agua, guerra de jabón, guerra de guerras. Los perros eran como los niños y ladraban y corrían eufóricos persiguiendo utopías. Las reales, las de veritas.
Ese día Gaspar y Pedrito abrazaron a sus papás, Simón y Ambrosio corrieron como Usain Bolt, la Celeste y muchos otros nos sacaron tanta risa que jamás, jamás el mundo siguió siendo el mismo.
Cuentan que nadie limpió nada durante 80 años, hasta que los niños y niñas se volvieron a rebelar.


Pedro Pablo Achondo ss.cc.
Reflexiones itinerantes
SS.CC. CHILE


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