Tuesday, May 23, 2017

Católicos en Uruguay, ¿una realidad exótica?



A diferencia de lo que ocurre en el resto de América Latina, en Uruguay los católicos son una minoría. Ante esta realidad, el cardenal Daniel Sturla plantea con claridad: “podemos volvernos una ‘realidad exótica’, o asumir nuestra misión de ser ‘sal y luz del mundo'”.

En 2014, apenas asumió como titular de la arquidiócesis de Montevideo, el salesiano Daniel Sturla promovió la realización de una amplia consulta sobre “el impacto religioso de la Iglesia católica en la sociedad montevideana”. La conclusión fue que, si bien es una presencia con múltiples aristas, su “impacto en la dimensión religiosa” es acotado y disminuye. “Esto se da en el contexto de una sociedad que necesita cada vez más del sentido de la vida que sólo en la apertura a Dios se puede encontrar”. Así lo explica el hoy Cardenal en su tercera carta pastoral, Una Iglesia en salida, evangélica y transparente, en la que busca expresar “en clave de acción pastoral” los lineamientos que ya habían sido presentados en su primera carta, Transparencia de Evangelio, en 2015.
El objetivo general es responder al llamado a ser “transparencia de Jesús”: “Si Jesús está impreso en nuestra vida, en nuestro rostro, en nuestra sonrisa, en nuestro actuar, lo transparentaremos”, explica. Y esto no sólo se aplica a las personas individuales, sino también a un nivel comunitario e institucional, agrega. Esto se puede desarrollar desde las cuatro dimensiones pastorales de la Iglesia, que solemos llamar por su nombre griego: kerygma (anuncio), koinonía (comunión), diakonía (servicio) y liturgía (celebración).
“Nos alarma el número de nuestros hermanos que se han ido alejando de la práctica de la fe primero, y luego, poco a poco, de la misma vida de fe. La secularización en nuestro país fue muy profunda y ha creado ese vacío existencial que, pasadas las ideologías entusiasmantes que marcaron otros tiempos, hoy sólo parece llenar el ansia de consumo”, analiza con preocupación el arzobispo. En este contexto, “cada comunidad, cada cristiano, está llamado a preguntarse qué hace para compartir lo que le da sentido a su vida, y así anunciar a Jesús”, remarca. Y aún más urgente resulta esto en los barrios populares y los asentamientos informales, agrega, donde si bien la Iglesia está presente con diversas acciones solidarias, “no logra llegar a anunciar”. “Uruguay necesita de Cristo, no sólo de los valores cristianos”, subrayó en la presentación de la carta en el anfiteatro del Club Católico.
Rosario de Bendiciones para las Familias, una iniciativa que tiene lugar cada enero en la rambla de la ciudad de Montevideo.
Para lograr llevar adelante estos objetivos, Sturla propone ciertos criterios de acción. El primero es ser una Iglesia participativa, donde los organismos creados para ello sean efectivos y fecundos. Llama a que el clero, la vida consagrada y los laicos logren complementarse sin invadirse, que entren en diálogo. Remarca especialmente la importancia de que los jóvenes sean partícipes de los organismos eclesiales: “Si ellos no están, será importante que nos preguntemos por qué y que les demos el lugar correspondiente”, reafirma.
Luego remarca la importancia de ubicarse en la sociedad plural, democrática y laica en la que se encuentra la Iglesia montevideana. Defendiendo una idea de “laicidad positiva”, sostiene que todos están llamados a colaborar en aras del bien común, y que la Iglesia –a través de sus instituciones y de su jerarquía– tiene mucho que aportar. “En todos los temas que hacen a la dignidad humana tenemos una palabra que decir”, enfatiza. Esto muchas veces es dificultado “por algún ‘complejo’ propio o por prejuicios ajenos”, explica. El desafío “es tener una clara identidad desde la cual dialogar, venciendo dos tentaciones opuestas: pretender dictar cátedra o diluirnos sin decir nada (…) No pretendemos en la sociedad plural que todos piensen como nosotros, pero no queremos callar nuestro aporte que consideramos digno y significativo”, afirma.
Finalmente, el tercer criterio que presenta es hablar un lenguaje comprensible, porque de lo contrario “es obvio que no nos prestarán atención”, lo que también incluye apropiarse de los nuevos medios y lenguajes. Advierte, además, que dado los niveles de secularización existentes hay que estar alerta de no caer en el error de dar por supuesto “elementos básicos de la cultura cristiana”.

Vida Nueva

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