¿Qué es un Youtuber? Leo la definición en el libro, recién publicado, Youtubers y otras especies: El fenómeno que ha cambiado la manera de entender los contenidos audiovisuales (Editorial Ariel): «el término hace referencia a los creadores de contenido que graban en vídeo piezas sobre sí mismos o sobre su entorno, que protagonizan dichas piezas o que administran esos contenidos en un canal de Youtube». Según la misma publicación, una característica bastante generalizada de los youtubers es que se dirigen principalmente a un público joven y que sus autores son también jóvenes. Respecto a la temática de los vídeos, esta suele ser variada: «desde asuntos personales a videojuegos, guías y tutoriales, miniseries, música, humor, animaciones, etc.». Otro punto importante a tener en cuenta es «la existencia de la comunidad, gente que sigue a los youtubers, pero también de los propios youtubers, con sentimiento de pertenecía a un grupo común».
El fenómeno youtuber es una de las expresiones de cultura juvenil más características del momento presente y tiene numerosos aspectos de interés, entre los que no es menor el dinero que comienza a moverse en torno a ellos. Recojo algunos datos en el mismo libro: en 2016 el número de canales que ingresan más de cien mil dólares al año se ha incrementado en un cincuenta por cien y solo en España hay más de cien youtubers estelares, todos con más de un millón de suscriptores en sus canales. El principal de ellos, El Rubius, supera los veinte millones de suscriptores ―está en el top 10 mundial―, suma 22.200 nuevos seguidores diariamente y sus videos tienen cuatro millones y medio de visualizaciones diarias.
Es pues un fenómeno de una magnitud considerable reflejo de una transformación, aún más amplia que los propios youtubers, en la forma de entender el consumo audiovisual y las formas de ocio en nuestra sociedad. En mi opinión, la atención que reciben los youtubers se debe, en parte, al interés que suscitan siempre las expresiones culturales o contraculturales juveniles. Pero no dejemos que las ramas nos impidan ver el bosque: el fenómeno verdaderamente revolucionario es el intercambio libre y sin intermediarios de contenidos autoproducidos en internet. Los youtubers ―tomando el término en el sentido más acotado― serían, a mi entender, la expresión juvenil actual de esa transformación, ni menos que eso, pero tampoco más.
El libro tiene la virtud de dar voz a los propios protagonistas del fenómeno, pues se construye principalmente a partir de testimonios recogidos en encuentros y conferencias de la Fundación Telefónica. A lo largo de sus páginas van desfilando youtubers españoles con apodos como Chincheto77, Hector el Crack, Koala el Rabioso o Ronrolove. Este es también su principal punto débil, pues apenas ofrece un análisis del fenómeno más allá del discurso de los propios protagonistas y, cuando lo hace, los autores muestran una fascinación por su objeto de estudio que resulta difícil compartir. Veamos algún ejemplo:
(…) tras escuchar lo que dicen, siempre hablando con ese brillo tan suyo en los ojos, resulta incomprensible que el resto desconectáramos algún día de nuestros sueños de juventud para llevar nuestra vida a esa vía muerta que es la frustración. No es que el resto naciéramos demasiado pronto para entender el nuevo mundo, sino que decidimos abandonar nuestros primeros ideales demasiado rápido por unas cuantas comodidades.
Entiendo que el libro tiene por objetivo superar prejuicios que pueden existir ante el fenómeno youtuber. Como se indica en sus páginas, «aún se cree que los youtubers son de una manera, cuando no se puede generalizar ni estereotipar». Pero no deja de resultar llamativo que el autor alabe el «idealismo» de unos muchachos que en otro momento del libro no dudan en recomendar que «cuanto menos hables de religión, política y fútbol en redes sociales, mejor» (Héctor el Crack).
Para los autores del libro, el éxito de los youtubers «es una gran noticia» y, de hecho, los youtubers son «toda una lección de cómo triunfar en el mundo de hoy en día: accesibles, en contacto permanente con sus seguidores, rebosantes de creatividad y sin miedo a dejar de probar las cosas». Quienes duden de que El Rubius pueda encajar en su ideal de vida plena ―dicho sea sin querer aquí ridiculizar a nadie, porque seguro que hay algo auténtico y bueno en sus vídeos― fruncirán el ceño al leer que los youtubers son «un ejemplo que todos deberíamos seguir». Habrá de todo.
Xabier Reizu
entreParéntesis
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