foto tomada de: http://www.ernestobisceglia.com/2017/04/08/el-garantismo-hay-que-terminar-con-la-corrosion-de-la-justicia/
En la sociedad de la seguridad, todos y todas sabemos perfectamente qué es un delito, y qué consecuencias tendremos que asumir si lo cometemos. En esto la ley es clara y lineal: a tal delito, tal pena que cumplir. Todo está tipificado
Así descansamos tranquilos, sabiéndonos protegidos o, en su caso, resarcidos. Asumimos el precio a pagar para mantenernos a salvo del peligro externo, de lo que no podemos controlar. La necesidad de seguridad que todo ser humano tiene, se traduce, en la mayoría de los casos, en levantar muros para que los otros no invadan su espacio, alejando, de esta forma, la tentación de apropiarse de lo ajeno.
Las leyes y lo que esta cultura nos enseña sobre cómo cada individuo tiene que buscarse los medios para defenderse del enemigo, nos lleva a ver las cosas sin perspectiva, más obsesionados en mantener a raya al otro, que MIRAR al otro.
Desde este punto de vista, no debe extrañarnos que un fiscal, ante un robo con allanamiento y destrucción de la propiedad privada actúe de oficio.
Hasta aquí todo nos puede parecer normal, pero el hecho, lo que verdaderamente sucedió fue que: una familia (pareja con un niño) rompen un candado para acceder al contenedor de basura de un supermercado con el objetivo de coger la comida caducada que había en su interior.
Este es el delito cometido y por el cual esta familia será llevada a juicio. Todo muy lógico según el código penal.
Pero todo del revés. Cómo se puede convertir la necesidad de comer en un acto criminal y a quienes tienen el deseo de saciarla en delincuentes. Cuándo coger comida caducada de los contenedores de basura se convirtió en un riesgo para la sociedad. En qué momento se comenzó a culpabilizar a los pobres por ser pobres.
Cómo permitimos que la balanza de la justicia se escore, descaradamente, hacia el lado del dinero.
Esta realidad no es nueva. En España, desde el inicio de la crisis, hemos observado cómo numerosas personas no tenían más remedio que acudir, cada noche, a los contenedores de basura para poder sobrevivir.
No recuerdo que ningún fiscal que actuara de oficio, ni iniciara ninguna investigación para ir al fondo del asunto y descubrir a los culpables de han generado tanta miseria y humillación entre las familias.
No recuerdo que, en ningún momento, se dictaran normas para proteger a las familias de la indigencia, la marginalidad y la exclusión.
Eso sí que hubiera sido verdadera justicia
Pino Trejo
entreParéntesis
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