El Papa recibe al presidente de EE.UU.
Nombra a la controvertida Callista Gingrich embajadora ante la Santa Sede
(C. Doody/Agencias).- "Siempre hay puertas que no están del todo cerradas: hay que buscar las puertas que, por lo menos, estén un poco abiertas". Son palabras del Papa Francisco a propósito de su encuentro, este miércoles, con Donald Trump. Pero, ¿cuáles son estas puertas cerradas, o abiertas, en cuanto al espacio político que ocupan ambos líderes?
El Pontífice recibirá al mandatario de Estados Unidos en el Vaticano, en una audiencia privada en la que se prevé que sean discutidos varios asuntos en los que ambos mandatarios mantienen posiciones distintas, como la política migratoria o el cambio climático.
El primer encuentro del presidente de Estados Unidos y el primer Pontífice de origen latinoamericano tendrá lugar a las 08.30 horas, justo antes de la audiencia general de los miércoles, un horario particularmente temprano y que dejará poco espacio para extenderse más de lo protocolario.
Está previsto que Trump viaje a Bruselas, donde asistirá a una reunión, el 25 de mayo, de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), tras su encuentro con Francisco. La visita del presidente a Europa se completará con su participación en la cumbre del G7, que se realizará los días 26 y 27 de mayo en Taormina, en Sicilia.
Durante su breve visita al Vaticano, como es habitual cuando un jefe de Estado o de Gobierno visita la Santa Sede, el presidente estadounidense se reunirá también con el Secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Pietro Parolin, y con el secretario para las Relaciones con los Estados, monseñor Paul Gallagher.
Si bien el Papa Francisco y el nuevo jefe de Estado de EE.UU. se caracterizan por defender modelos económicos y sociales opuestos, coinciden más en su posición contraria al aborto. Pero estos no son los únicos temas que tratarán en su reunión de este miércoles.
Seguramente, también se pongan encima de la mesa -como ha señalado John L. Allen en Crux- aspectos relacionados con la inmigración, el cambio climático, medidas contra la pobreza global, la libertad religiosa en el mundo, las políticas pro-vida y las amenazas que siguen pesando sobre los cristianos perseguidos.
Inmigración
"¿Qué pienso sobre los países que cierran las fronteras? Creo que, en teoría, no se puede cerrar el corazón a un refugiado". El noviembre pasado, en el vuelo que le llevaba de vuelta a Roma desde Suecia, el Papa expuso este ideal al que deben aspirar las políticas migratorias de los diversos países del mundo.
Una visión muy lejana a la del presidente republicano, quien prohibiría, si pudiera, la entrada a su país de cualquier persona desplazada y levantaría un muro con México para castigar a migrantes inocentes que tienen la desgracia de ser latinoamericanos.
Pero también hubo una matiz a las palabras del Papa, que pone de manifiesto las grandes habilidades políticas y diplomáticas que posee y de las necesitará sacar provecho en su reunión con Trump. "También está la prudencia de los gobernantes", observó, "que deben ser muy abiertos para recibirlos pero también deben hacer el cálculo de cómo poderlos alojar, porque no solo hay que recibir a un refugiado: hay que integrarlo".
Toque magisterial de un pontífice astuto que quiere escuchar, y ser escuchado, por Trump, en un momento en que el presidente está ocupado con los borradores de los presupuestos para el año que viene. Un borrador de dichos presupuestos apunta a que se dedicarán este año 1.600 millones de dólares para la construcción del muro con México, junto con un aumento global en la partida de seguridad nacional de 2.600 millones, de los cuales serán destinados 300 millones para la contratación de nuevos agentes migratorios y de la patrulla de la frontera. Amenaza frente a la cual Francisco quizás pueda aportar un grano de sensatez, sea tan pequeño que sea.
Cambio climático
A diferencia de las políticas migratorias, el Papa ha dejado claro en repetidas ocasiones que en lo tocante a la lucha contra el cambio climático no hay margen para la negociación. Como en estas palabras que pronunció en el avión papal de vuelta a Roma desde África en 2015, por ejemplo, ante la cumbre de la ONU sobre el cambio climático, la COP21: "... Puedo decirles que es ahora o nunca. Cada año empeoran los problemas. Estamos al límite. Si puedo usar una palabra fuerte, yo diría que estamos al borde del suicidio".
Y es que a primera vista no parece que Francisco vaya a convencer a Trump a que cambie su parecer en respeto a lo el presidente una vez llamó "un timo carísimo". Pero dos novedades de las últimas semanas han abierto la puerta, quizás, a un posible entendimiento.
Uno, que el mandatario estadounidense ha aplazado su decisión sobre si abandona el Acuerdo de París que busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta que después de la cumbre del G7, y por tanto después de su reunión con Francisco. Y dos, que el Secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, recientemente ha firmado otro acuerdo internacional para atajar la "amenaza seria" del calentamiento global para el Ártico, declarando a la vez que "el riesgo del cambio climático sí existe" y que por tanto "hay que tomar medidas".
Medidas contra la pobreza
La cuestión de la "economía que mata" es, sin duda, el punto en que más se alejan Francisco, Papa de la "Iglesia pobre, para los pobres", y Trump, icono del capitalismo rampante. Pero es precisamente en esta temática donde las delicadezas de la diplomacia -si bien se harán sentir en todos los puntos de la conversación que ambos líderes mantendrán- pueden limitar más al Papa.
Dado que los Papas normalmente no bajan al barro de las decisiones políticas que hay que tomar día tras día -y por respeto a su interlocutor, mandatario de un país soberano- no parece probable que Francisco lance una denuncia del tipo de la que soltó en el Encuentro Mundial de Movimientos Populares en 2016, por ejemplo, cuando criticó fuertamente el "ídolo-dinero que reina en lugar de servir, (y que) tiraniza y aterroriza a la humanidad".
Parece más probable que el Papa dirija al presidente un genérico "respeto por los pobres", tal y como hace normalmente en sus cartas de felicitación a los presidentes y primer ministros recién elegidos, por ejemplo. Pero lo importante es que, aunque tenga un tono así de benigno, Trump no podrá retorcer el mensaje para su propio beneficio: práctica que el presidente ha hecho hábito tras casi cada una de las reuniones que ha mantenido en sus cien días de mandato.
Libertad religiosa
"La libertad religiosa no es sólo la de un pensamiento o de un culto privado. Es la libertad de vivir según los principios éticos consiguientes a la verdad encontrada, sea privada o públicamente". En su viaje a EEUU en septiembre 2015, el Papa hizo varios llamamientos de este estilo para que se proteja la libertad religiosa, piedra angular de los derechos civiles.
Pero hay al menos dos diferencias principales entre cómo el Papa la entiende y como la entiende Trump y sus partidarios. Que para el Papa, uno, la libertad religiosa tiene que servir siempre la causa del diálogo social, y dos, que nunca debe hacerse objeto de conflictos políticos y partidistas.
En otras palabras, un modelo muy distinto al que Trump actualmente busca implementar, con la derogación, por ejemplo, de la totalidad del sistema sanitario diseñado por el presidente Barack Obama -lo que haría que millones de ciudadanos perderían su cobertura sanitaria- por culpa de la provisión obligatoria de éste de medidas anticonceptivas.
Medidas pro-vida
El Papa Francisco ha hecho saber en numerosas ocasiones su oposición al aborto, llegando a calificarlo, incluso, como un "crimen horroroso". Estas denuncias del embarazo interrumpido han sido especialmente bien acogidas entre los cristianos conservadores que integran el núcleo duro de apoyo a Trump. Y en la medida en que al presidente le convencen personalmente -más allá del rédito político que ha venido intentando sacar de su ambigua retórica pro-vida- estas declaraciones de Francisco pueden llegar a ser un punto de encuentro entre ambos líderes en su conversación de este miércoles.
Pero de nuevo, puede que el Papa aproveche sus palabras al presidente sobre esta cuestión para sugerirle un cambio no tanto de sustancia, sino de formas. Que Francisco le recuerde a Trump que uno debe emprender cualquier defensa del feto desde el diálogo, no de la confrontación. E incluso que la defensa de la vida tiene que ir más allá de una oposición al aborto, tal y como recordó en 2016 a los entonces miembros de la Academia Pontificia para la Vida.
Cristianos perseguidos
El último tema que estará encima del escritorio pontificio de la biblioteca papal es el del número escalofriante de cristianos perseguidos -215 millones, según la organización Ayuda a la Iglesia Necesitada- que hay actualmente en el mundo.
Al Papa le preocupan mucho los seguidores de Jesús que se ven sometidos globalmente a topo tipo de violencia, presión o discriminación. Tanto, de hecho, que dedicó su "Vídeo del Papa" de este mes de marzo precisamente a la necesidad de aportar oraciones y ayudas materiales a estos hermanos oprimidos.
Trump, en cambio, ha sido duramente criticado -incluso por los mismos cristianos perseguidos por los que tanto parece preocuparse- por una serie de cuestionable decisiones políticas que han respondido más a beneficios políticos a corto plazo que a cambios duraderos en las condiciones de vida de estos cristianos.
Más notablemente, quizás, por su intención de agilizar la entrada a cristianos perseguidos en EEUU a la vez que la denegaba para refugiados y viajeros de otras creencias: una medida que fue tumbada por la justicia estadounidense. Y también por su decisión de bombardear la base aérea de Al-Shayrat, en Siria, en abril, un ofensivo que muchos cristianos sirios, y muchos de todo Oriente Medio, acogieron con una profunda indignación.
El Papa: "Hablaré la paz con quien sea"
A propósito de este encuentro con Trump, el Papa aseguró ante los periodistas acreditados que le acompañaron en el avión durante su viaje apostólico al Santuario de Fátima el 12 y 13 de mayo que buscará "puertas que no estén cerradas".
"Yo jamás hago juicios sobre una persona sin escucharlo, lo tengo que hacer. Yo le escucharé y diré lo que pienso", aseveró Francisco. En este sentido, el Pontífice expresó que es importante "buscar las puertas que no están cerradas. Seguir adelante y paso a paso". De esta forma, recalcó que "hablará la paz con quien sea" ante la pregunta de un periodista sobre si tratará con Trump temas de geopolítica mundial.
"La paz es artesanal y se hace cada día, así como también la amistad entre las personas, el conocimiento y la estima es artesanal y se tiene que trabajar todos los días", agregó.
Barack Obama se reunió dos veces con el Papa Francisco, una en el Vaticano en 2014 y otra durante el viaje del pontífice a Estados Unidos en 2015. Además en 2009, Obama fue recibido en el Vaticano por el Papa emérito, Benedicto XVI.
El presidente nombra a la controvertida Callista Gingrich como embajadora ante la Santa Sede
El presidente Trump ha nombrado a Callista Gingrich, esposa del ex legislador y aliado político Newt Gingrich, como embajadora de en el Vaticano.
La confirmación oficial del nombramiento se ha realizado a escasos días de la reunión entre Trump y el Papa Francisco, y después de que la Oficina de Ética del Gobierno aprobara la propuesta.
Gingrich es una católica devota de 51 años con amplia experiencia en la Cámara Baja del Congreso de los Estados Unidos como asistente de legisladores republicanos. Actualmente se dedica a la compañía de producciones multimedia Gingrich, que edita y comercializas libros y otros contenidos desarrollados por la pareja.
Su esposo Newt Gingrich, de 73, fue legislador por el estado de Georgia y se convirtió en uno de los pesos pesados republicanos que apoyó a Trump durante la campaña presidencial de 2016, aunque la relación entre ambos estuvo marcada por altibajos.
Llegó incluso a ser presidente de la Cámara de Representantes entre 1995 a 1999, y fue particularmente vehemente en sus llamados a destituir al entonces presidente Bill Clinton por el escándalo sexual con Monica Lewinsky.
Este nombramiento viene marcado por la polémica, pues Callista Gingrich es la tercera esposa del ex presidente de la Cámara, y mantuvo una relación extramatrimonial de varios años con él mientras ella era una joven asistente legislativa y él estaba casado todavía con su segunda esposa.
Después de un conflictivo divorcio de su segunda esposa en 1999, se casó con Callista al año siguiente. El político le atribuye a Callista su conversión del protestantismo al catolicismo.
La posibilidad de darle una embajada a alguno de los miembros del matrimonio Gingrich se manejaba desde enero, y Trump habría indicado que nombrando a Callista se sacaría de encima a Newt, quien la acompañaría a Roma, según indicó el New York Times.
RD
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