En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Dentro de poco ya no me verán, y poco después me volverán a ver. (17) Los discípulos comentaban entre sí: ¿Qué es lo que dice? Dentro de poco ya no me verán, y poco después me volverán a ver; y qué significa eso de: Voy al Padre. (18) Y decían: ¿A qué poco se refiere? No entendemos lo que dice. (19) Jesús comprendió que querían preguntarle y les dijo: Ustedes discuten entre sí qué significan mis palabras: dentro de poco ya no me verán y poco después me volverán a ver. (20) Les aseguro que ustedes llorarán y se lamentarán mientras el mundo se divierte; estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo.
Qué embotados y escasos de entendimiento se ve a los discípulos. La crisis está a la puerta. Son incapaces de acompañar a Jesús en estos últimos momentos de su vida. Frente a su embotamiento destaca la lucidez y coraje de Jesús. La serenidad y confianza de que su muerte, aunque los hará tocar fondo en su fe, se convertirá en gozo cuando lo vean vencedor de la muerte. Cuántas veces estamos como los discípulos, abatidos, decepcionados. Cuántas cosas no entendemos. La cruz de Jesús es una de las realidades más difíciles de asimilar. ¿Por qué Dios intervino después de la Cruz? ¿Por qué no se adelantó impidiendo que lo mataran? Dios interviene en la historia, pero no es intervencionista. La historia tiene autonomía y los seres humanos libertad. De no ser así, la dignidad que gozamos sería una farsa. Dios intervendrá dejando claro que su amor ha sido absoluto y que la fidelidad de Jesús ha llegado hasta las últimas consecuencias. Si fuéramos capaces de sintonizar con los sentimientos del Padre, nos abandonaríamos en sus manos.
Editorial Claretiana
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