Wednesday, March 10, 2010

Los obispos de México claman contra la violencia generalizada en el país


(Pablo Romo Cedano- México DF) “La situación de inseguridad y violencia que vive México exige una respuesta urgente e inaplazable de la misión evangelizadora de la Iglesia”, señalan los obispos de ese país, que acaban de presentar una amplia exhortación pastoral sobre la violencia y la construcción de la paz.

El amplio documento, cuyo título es Que en Cristo Nuestra Paz, México tenga Vida Digna, está organizado en tres grandes secciones correspondientes al método ver, pensar y actuar. La primera describe cómo la violencia ha escalado en la sociedad y la inseguridad social se convierte en generadora de miedo y tensión entre la gente, y enuncia con detenimiento los factores que contribuyen a este crecimiento desde la actividad económica, en la vida política, en la vida social y en la cultural. La segunda parte es una reflexión cuidadosa del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia ante esta realidad. Por último, la tercera parte es una invitación a la construcción de la paz desde la raíz de la sociedad, donde “todos tenemos algo por hacer”. El conjunto del documento, de más de un centenar de páginas, concluye con la urgente necesidad de actuar ante la gravedad del crimen organizado, confiando para ello plenamente en el Cristo que venció la muerte.
En la descripción de los hechos, los obispos reconocen que “en los últimos meses, en toda la geografía nacional, suceden hechos violentos, relacionados, en numerosas ocasiones, con la delincuencia organizada; esta situación se agrava día con día. Recientemente se ha señalado que una de las ciudades de la República Mexicana tiene el índice más alto de criminalidad en el mundo [Ciudad Juárez (Chihuahua)]. Esta situación repercute negativamente en la vida de las personas, de las familias, de las comunidades y de la sociedad entera; afecta la economía, altera la paz pública, siembra desconfianza en las relaciones humanas y sociales, daña la cohesión social y envenena el alma de las personas con el resentimiento, el miedo, la angustia y el deseo de venganza”.
La exhortación pastoral señala que el crimen organizado, en sus distintas modalidades, ha infiltrado lo mismo a las empresas, grandes y pequeñas, grupos y asociaciones civiles y sociales, y al Gobierno y al Estado en sus diferentes niveles de autoridad.
Con claridad y contundencia, enuncian las diferentes expresiones de estos crímenes, como son: la trata de personas, el tráfico de armas, la extorsión, el narcotráfico, la intimidación, el secuestro, el lavado de dinero, la explotación sexual y la servidumbre, la extracción y comercio de órganos humanos, turismo sexual y pedofilia… Y añaden a su análisis algo que parece tan normal, pero que era preciso decir: “Los escenarios de violencia requieren y dependen del tráfico de armas; éstas son consideradas como un bien de intercambio en el mercado global, prescindiendo de las implicaciones legales y éticas de su posesión y comercio”.
Pero, ¿cuáles son las causas de que todo esto exista? Los obispos responden que es “difícil de explicar en una sencilla relación de causalidad”. Por ello, desglosan su respuesta en diferentes niveles: el económico, el político, el social y el cultural. Las respuestas son contundentes en los diferentes planos.
Reflexión teológica
La segunda sección se titula Con la luz del Evangelio y de la Doctrina Social y, en ella, los obispos abordan una reflexión teológica sobre la violencia y la urgencia de atender a las víctimas de la injusticia desde las propias raíces del tejido social. El punto de partida es el reconocimiento de que Dios nos ama con amor misericordioso, y si bien el “pecado acecha a tu puerta, tú puedes dominarlo”. Esta segunda parte contiene muchos elementos sustantivos para una argumentación desde la fe que promuevan la paz y la reconciliación, y recoge el gran cúmulo de la doctrina social más reciente.
La tercera parte es muy propositiva. Los obispos manifiestan no sólo su disposición, sino compromiso, a trabajar por la paz en las múltiples dimensiones que han descrito. Así, hablan de la necesidad de crear un nuevo lenguaje para la paz, una educación en la verdad y en el respeto a los derechos humanos e invitan a los diferentes sectores sociales, políticos y a las propias familias, a trabajar por la paz.
Si bien hasta el momento ha tenido muy poca difusión, seguramente este documento se convertirá en instrumento de discusión en muchos sectores de la sociedad mexicana, ansiosa de palabras de consuelo y de construcción de paz.
Vida Nueva

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