En medio de la naturaleza y la alegría de los feligreses, el domingo 26 de febrero se vivió una nueva misa cuaresmal a los pies del Cristo del Tromen. A 62 años del primer encuentro chileno- argentino en el punto limítrofe de Curarrehue, la versión de este año convocó a alrededor de mil católicos en profunda oración, penitencia y agradecimiento.
Una maravillosa tradición que comenzó en 1950, por iniciativa del querido párroco de Pucón y primer obispo de Osorno, Monseñor Francisco Valdés Subercauseux. El Padre "Pancho" siervo de Dios que con su talento y genialidad logró unir con esta obra para siempre la caminata de ambos pueblos, invocando la paz y la fe en el Señor.
La celebración de este año -como es habitual- contó con la presencia de los obispos de los territorios vecinos. Monseñor Francisco Javier Stegmeier, de la Diócesis de Villarrica y Monseñor Marcelo Melani, Obispo emérito de la Diócesis de Neuquén, quienes oficiaron la eucaristía junto al p. Juan Antonio López, párroco de Curarrehue. Juntos rogaron por las comunidades, líderes y familias que atraviesan momentos difíciles.
En la homilía Monseñor Stegmeier recordó en las lecturas, el retiro de Jesús en el desierto, la historia de Noé y el diluvio "donde Dios siempre hace las cosas nuevas y siempre nos da oportunidades para que vayamos por buen camino".
Necesaria esperanza que reconforta e ilumina los caminos de dos países unidos en el camino de la fe, "Hayamos nacido donde hayamos nacido, tenemos un mismo padre porque todos somos la familia de Dios" destacó Monseñor Melani. Recordando en esta tradición binacional que el corazón de Dios no tiene fronteras, manifestándose en el peregrinar que los fieles hermanos gracias al legado del Padre "Pancho".
Diócesis de Villarrica
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