Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube:
-Este es mi Hijo amado; escuchadlo.
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.
MÁXIMA DE VIDA
-Este es mi Hijo amado; escuchadlo.
ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL
Este domingo se nos presenta la Persona en quien debemos poner nuestros ojos. El camino de la Cuaresma tiene la meta de la Pascua, el encuentro con Cristo resucitado. El camino de la vida tiene la meta de la visión de Dios, el gustar la luz gloriosa. De manera anticipada la podemos gozar por la fe en Aquel que se nos ha revelado como Hijo amado de Dios. Él nos ofrece la relación mayor posible con Dios a través de la oración.
TESTIMONIO
Desde a un poco, fue tan arrebatado mi espíritu, que casi me pareció estaba del todo fuera del cuerpo; al menos no se entiende que se vive en él. Vi a la Humanidad sacratísima con más excesiva gloria que jamás la había visto. Representóseme por una noticia admirable y clara estar metido en los pechos del Padre. Esto no sabré yo decir cómo es, porque sin ver me pareció me vi presente de aquella Divinidad. Quedé tan espantada y de tal manera, que me parece pasaron algunos días que no podía tornar en mí; y siempre me parecía traía presente aquella majestad del Hijo de Dios, aunque no era como la primera. Esto bien lo entendía yo, sino que queda tan esculpido en la imaginación, que no lo puede quitar de sí por en breve que haya pasado por algún tiempo, y es harto consuelo y aun aprovechamiento. (Santa Teresa, Vida 38, 17)
ENSEÑANZA
Durante este tiempo, tendremos la mirada fija en Jesucristo, «que inició y completa nuestra fe» (Hb 12, 2): en él encuentra su cumplimiento todo afán y todo anhelo del corazón humano. La alegría del amor, la respuesta al drama del sufrimiento y el dolor, la fuerza del perdón ante la ofensa recibida y la victoria de la vida ante el vacío de la muerte, todo tiene su cumplimiento en el misterio de su Encarnación (Benedicto XVI, Carta sobre la Fe 13).
ORACIÓN
Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas.
-Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor.
Ciudad Redonda
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