Friday, July 05, 2013

Ratzinger denunció públicamente al “lobby gay” católico en 1986


  • Siendo cardenal, Benedicto XVI escribió una carta a todos los obispos del mundo para recordarles que la doctrina católica es totalmente incompatible con el comportamiento homosexual.
  • En este duro documento denunció algo que el papa Francisco reconocería 26 años después: la existencia dentro de la Iglesia de “grupos de presión” para “legitimar los actos homosexuales”

En el contexto de la revolución sexual de la segunda mitad del siglo XX, la Iglesia se vio obligada recordar su doctrina sobre diversas cuestiones sexuales. La Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, organismo vaticano encargado de velar por la pureza de la doctrina católica, emitió en 1975 un documento en el que reconocía la enorme “confusión de los espíritus y relajación de costumbres” que afectaba en aquellos tiempos al pueblo católico. También admitía que esta confusión que se había extendido a obispos, sacerdotes y religiosos.

Esta texto no apaciguó las turbulentas aguas de la Iglesia en materia sexual. De ahí que una década después Juan Pablo II encargó la redacción de un documento específico sobre el tema de la homosexualidad, con el fin de orientar a los obispos. Dicho documento fue elaborado y firmado por el Cardenal Joseph Ratzinger, quien entonces lideraba la Congregación para la Doctrina de la Fe.


En pocas páginas Ratzinger elaboró un juicio que pretendía eliminar cualquier duda anterior: la doctrina católica perdonaba al pecador homosexual, pero condenaba radicalmente cualquier acto homosexual.

Ratzinger reconocía que la homosexualidad era una realidad en la Iglesia, y que no estaba del todo claro cómo debía orientarse su atención pastoral. La controversia seguía suscitando debates dentro de las diócesis y con frecuencia en muchas de ellas se emitían juicios “no conformes con la doctrina católica”.

Además, denunciaba la “fortísima presión” existente dentro de la misma Iglesia para “legitimar los actos homosexuales” y para emitir juicios “no conformes con la doctrina católica”. La Congregación para la Doctrina de la Fe trató de poner el punto final al debate doctrinal con unas líneas inequívocas, que resumimos en diez puntos:

1. Rechazo de las interpretaciones “excesivamente 

benévolas” con la homosexualidad

La Declaración de 1975 fue seguida de interpretaciones “excesivamente benévolas de la condición homosexual misma”. La Iglesia puntualiza en este documento de 1986 que no podían admitirse ni los actoshomosexuales ni tampoco la mera inclinación homosexual, pues ésta última suponía una tendencia hacia un comportamiento malo en sí mismo. Se insiste en ello para que los homosexuales católicos no entienda que su aceptación en la Iglesia supone un consentimiento tácito de su inclinación sexual.

2. “La Biblia no es neutra con la homosexualidad”

Algunas voces de homosexuales dentro de la Iglesia sostenían que “la Biblia no tendría cosa alguna que decir sobre el problema de la homosexualidad, o incluso le daría en algún modo una tácita aprobación”. Ratzinger refutó estas opiniones, aduciendo que “se interpretan en un modo que contradice la Tradición viva de la Iglesia”. Y prosigue: “La interpretación de la Escritura, para ser correcta, debe estar en efectivo acuerdo con esta Tradición”.
Miles de franceses salieron a las calles en las últimas semanas para oponerse a la aprobación del matrimonio gay


3. Los sacerdotes están obligados a instruir a los 

homosexuales sobre la posición oficial de la Iglesia

Se recuerda a los sacerdotes la obligación de procurar que las personas homosexuales confiadas a su cuidado no se desvíen por las opiniones opuestas a la enseñanza de la Iglesia. “Hay muchos que tratan de crear confusión en relación con la posición de la Iglesia y de aprovechar esta confusión para sus propios fines”.

4. Denuncia formal del "lobby gay" católico

“Dentro de la Iglesia se ha formado también una tendencia, constituida por grupos de presión con diversos nombres y diversa amplitud, que intenta acreditarse como representante de todas las personas homosexuales que son católicas”. Ratzinger advirtió que se trataba de personas que, generalmente, “o ignoran la enseñanza de la Iglesia, o buscan subvertirla de alguna manera”, de modo que trataban de mantener “bajo el amparo del catolicismo a personas homosexuales que no tienen intención alguna de abandonar su comportamiento homosexual. Una de las tácticas utilizadas es la de afirmar, en tono de protesta, que cualquier crítica, o reserva en relación con las personas homosexuales, con su actividad y con su estilo de vida, constituye simplemente una forma de injusta discriminación”.


5. El objetivo final de los gays: cambiar la legislación

Aunque en 1986 estaban parecían irrealizables las reivindicaciones de este lobby gay, Ratzinger aseguraba que el objetivo final de éstas era “conformar una legislación de acuerdo a la concepción propia de estos grupos de presión”. Y pedía a los obipos “mantener firme su clara posición al respecto, que no puede ser modificada por la presión de la legislación civil o de la moda del momento”.

Una mujer disfrazada de monja, durante una manifestación a favor del matrimonio homosexual en Francia

6. Condena de la homofobia, pero...

La Congregación para la Doctrina de la Fe reconocía y deploraba con firmeza “las expresiones malévolas y las acciones violentas de las que son objeto los homosexuales”, pero a la vez recordaba que la justa reacción a las injusticias cometidas contra las personas homosexuales nunca debía llevar a pensar que la homosexualidad era aceptable desde el punto de vista moral.

7. “Los homosexuales sí pueden cambiar con 

el apoyo de sacerdotes, psicólogos y médicos”

Según Ratzinger, se debe evitar la presunción de que el homosexual no puede cambiar su condición. “También en las personas con tendencia homosexual se debe reconocer aquella libertad fundamental que caracteriza a la persona humana y le confiere su particular dignidad”. La posición oficial de la Iglesia es que poniendo esfuerzo y apoyándose “en la gracia de Dios”, se puede “evitar la actividad homosexual”. Además, recomendaba a los obispos atender a los homosexuales con el apoyo de “psicólogos y médicos” fieles a la doctrina católica.

8. “El homosexual debe unir su sufrimiento 

al de Cristo”

Como todos los católicos, razonaba la carta la persona homosexual está llamada a vivir la castidad y a abstenerse de practicar sexo fuera delmatrimonio. El esfuerzo o incluso el sufrimiento que ello puede ocasionar debe unirse al sufrimiento de Cristo. “Se interpreta mal cuando se la considera solamente como un inútil esfuerzo de auto-renuncia”, sostiene el documento

9. “No puede haber asociaciones de 

homosexuales católicos”

Al menos, no puede haberlas “sin que se establezca claramente que la actividad homosexual es inmoral”. En las distintas iglesias del mundo no faltan asociaciones de fieles homosexuales que se declaran católicas. Sin embargo, el Vaticano dejó señalado por escrito que “ningún programa pastoral auténtico podrá incluir organizaciones en las que se asocien entre sí personas homosexuales”.

10. Los grupos homosexuales, fuera de las

 parroquias

La carta hace hincapié además en que no se debe ceder el uso de propiedades de la Iglesia, o de colegios vinculados a ella, por parte de grupos que apoyen la homosexualidad: “sería una contradicción con las finalidades mismas para las cuales estas instituciones fueron fundadas y puede ser fuente de malentendidos”.

La ley del matrimonio homosexual aprobada en Argentina en 2010 enfrentó a la presidenta Cristina Kirchner con el cardenal Bergoglio, entonces obispo de Buenos Aires, hoy papa Francisco

¿Admitió el papa Francisco la existencia de ese lobby?

Aunque el reconocimiento explícito de estas “presiones internas” no se convirtió en tema de preocupación cuando se publicó la carta en 1986, los últimos escándalos sexuales han reabierto la controversia. Y mucho más después de que el Papa Francisco reconociera su existencia el mes pasado en una audiencia con la directiva de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosas y Religiosos (CLAR).

Según informó la web chilena Reflexión y Liberación, el Papa admitió la existencia de un lobby gay en el Vaticano. Lo hizo con estas palabras: ”Hay una corriente de corrupción. Se habla del 'lobby gay', y es verdad, está ahí …hay que ver qué podemos hacer", habría dicho.

Posteriormente, los obispos latinoamericanos precisaron que esas palabras no debían ser acogidas en su literalidad, sino en un sentido “más amplio y general”.

Documentación:

  • Declaración de la Congregación para la doctrina de la Fe sobre ciertas cuestiones de ética sexual. 1975. (Ver aquí)
  • Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la atención a las personas homosexuales. Joseph Ratzinger, 1986. (Ver aquí)
  • Relaciones homosexuales: ¿cómo las considera la Iglesia Católica? (Ver aquí)
  • Catecismo de la Iglesia Católica, puntos 2357-2359 (Ver aquí)
La Información

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