Wednesday, June 03, 2009

Espacio Sagrado


Marcos 12, 18-27
Entonces se presentaron algunos saduceos. Esta gente defiende que no hay resurrección de los muertos, y por eso le preguntaron: "Maestro, según la ley de Moisés, si un hombre muere antes que su esposa sin tener hijos, su hermano debe casarse con la viuda para darle un hijo, que será el heredero del difunto. Pues bien, había siete hermanos: el mayor se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y murió también sin dejar herederos, y así el tercero. Y pasó lo mismo con los siete hermanos. Después de todos ellos murió también la mujer. En el día de la resurrección, si han de resucitar, ¿de cuál de ellos será esposa? Pues los siete la tuvieron como esposa". Jesús les contestó: "Ustedes están equivocados; a lo mejor no entienden la Escritura, y tampoco el poder de Dios. Pues cuando resuciten de la muerte, ya no se casarán hombres y mujeres, sino que serán en el cielo como los ángeles. Y en cuanto a saber si los muertos resucitan, ¿no han leído en el libro de Moisés, en el capítulo de la zarza, cómo Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos. Ustedes están muy equivocados".
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

La última frase coloca este problema, muy humano, en perspectiva. No importa a quién o a quiénes hayamos amado en esta vida, debemos pensar en nuestras relaciones en la eternidad como parte del Misterio de Dios y de la vida eterna.
Todo lo que sabemos es que Dios es el Dios de los vivos, y sabemos que el deseo de Dios, ahora y siempre, es darnos la vida para que la vivamos en plenitud.

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