Friday, June 19, 2009

Espacio Sagrado


Juan 19:31-37
Como era el día de la Preparación de la Pascua, los judíos no querían que los cuerpos quedaran en la cruz durante el sábado, pues aquel sábado era un día muy solemne. Pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas a los crucificados y retiraran los cuerpos. Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas de los dos que habían sido crucificados con Jesús. Pero al llegar a Jesús vieron que ya estaba muerto, y no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le abrió el costado con la lanza, y al instante salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio. Su testimonio es verdadero, y Aquél sabe que dice la verdad. Y da este testimonio para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: "No le quebrarán ni un solo hueso". Y en otro texto dice: "Contemplarán al que traspasaron."
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

La sangre y el agua que manó del cuerpo de Jesús se ha visualizado como el nacimiento de su nueva comunidad, la Iglesia.
Las podemos ver como el agua del bautismo y como la sangre vertida en la Eucaristía. En el mismo cuerpo de la muerte está la vida resucitada de Dios en Jesús. La Resurrección sucede en un cuerpo muerto - tal como la vida de Jesús se encuentra en la vida diaria y ordinaria de cada uno de nosotros.

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