Wednesday, March 10, 2010

Dar sin esperar


He tenido la suerte de asistir, hace unos días, al Encuentro de formación para militantes en iniciación de la JOC de Canarias. El tema giraba en torno a nuestra conciencia de pertenecer a la clase obrera o clase trabajadora. La mayoría de estos jóvenes, de entre 16 y 21 años, eran concientes que en casa existían indicios de pertenecer a la clase trabajadora, ya sea por dificultades económicas, por secuelas o enfermedades producidas en el trabajo, o por algo tan cotidiano como que nuestros estudios van enfocados a una actividad laboral.
De entre muchas cosas que destaco, me impacto ver con qué facilidad nos reconocíamos en el individualismo de cuidar nuestro puesto de trabajo sin importarnos lo que le pueda pasar el resto de compañeros. Claramente es un signo de egoísmo y que, posiblemente, no sea solo cosa de unos pocos, sino que es algo que está bien normalizado y generalizado. Más aún en estos tiempos de “crisis

Sin lugar a dudas, esto es algo que rompe con nuestros ideales cristianos, pero que va muy bien con la cultura neoliberal dominante en estos momentos. Quizás por eso el mensaje solidario y fraterno de Jesús sea tan difícil de entender y de seguir hoy en día. No solo se trata de ser generoso y estar comprometido con los que menos tienen. Sobre todo se trata de dar sin esperar nada a cambio, decía unos de los pibes. Esto es dar lo vida por los otros.

Recuerdo cuando era pequeño, quizá rondaba los diez años, mi padre me llevaba todos los sábados a ayudar a construir la casa de un vecino. En mi zona esto era algo normal, más si mi padre y su cuadrilla eran obreros de la construcción. Es evidente que yo hacía bien poco. Pero recuerdo bien como aquellas personas dedicaban su día libre y madrugaban para ayudar al prójimo. Por supuesto no recibían nada a cambio. Tampoco lo pedían. Hoy en día sigo visitando a esa casa y siguen siendo buenos a amigos de mis padres.

Ayer me enteré que en mi calle se sigue dando esta “colaboración”. Cada tarde se reúnen en casa del vecino para arreglar el coche de su hija, me contaba mi hermana.
Para muchos esto sería “hacer un favor”, para mí es dar lo que tienes, poner tu grano de arena en la construcción de un mundo más justo, en la búsqueda del Reino de Dios. Para eso hemos sido llamados.
Ahora me gustaría escribir que es nuestro deber ayudarnos, que viviremos mejor si dedicamos más tiempo a los otros, que sería fantástico descubrir cada mañana a Jesús en el rostro de nuestros compañeros, etc.
Pero no puedo. He de echar una mano a mi vecino. ¿Vienes?
Nacho Santana
Blog joven y obrero
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