“Abrir las prisiones injustas, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo...”
Es verdad que a menudo no es fácil. Que hay historias en las que pesa el odio, el dolor, la violencia. Es verdad que a menudo el egoísmo campa a sus anchas por la tierra, y deja detrás vidas rotas. Es verdad que a menudo se echa en falta un poco más de ternura en el mundo. Y que en bastantes circunstancias no estamos muy seguros de si la última palabra la tendrá la vida o la muerte.
Pero en nuestra mano está sembrar, construir, vendar, ayudar a sanar... Porque la justicia de Dios nos necesita a nosotros para echar raíz en esta tierra. Esa es una misión increíble.
¿Dónde, y cómo, trabajo para construir un mundo como el que Dios sueña?
pastoralsj
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