Una patera, para la misa del Papa Francisco, el Papa de los sin papeles
"Hemos caído en la globalización de
la indiferencia, hemos olvidado el
llanto por los demás"
(José M. Vidal).- Francisco es recibido en el puerto de Lampedusa por un grupo de sin papeles con sus gorras blancas. Uno de ellos, nada más desembarcar, le dirige sus súplicas escritas en un papel. El Papa escucha con atención y, al final, le abraza.Antes, Francisco lanzó al mar una corona de flores y rezó, en silencio, por "todos los que no están aquí".
Al joven subsahariano se le quiebra la voz y lee en árabe a duras penas, mientras un compañero traduce: "Ayúdenos, Santo Padre. Hemos sufrido y hemos sido secuestrados por diversos ttraficantes. Hemos sufrido tantísimo para llegar aquí...Pedimos la ayuda del Santo Padre. Le damos gracias a Dios por su ayuda. Querríamos que otros países europeos nos ayudasen".
En el estadio Arena de Lampedusa, una multitud y un altar sobre una barca. Una patera, para la misa del Papa Francisco, el Papa de los sin papales. El Papa que abre la puerta de la esperanza a los desesperados. "Esto es una vergüenza", dice e director de una ONG católica de acogida.
En la misa, el Papa parece sentirse a gusto entre los últimos, sus pobres, en las fronteras físicas y existenciales. Lampedusa se vuelca con Francisco: toda la isla está en la misa. Sobre todo, los sin papeles, refugiados y prófugos, que quieren sentirse reconocidos en su dignidad de personas.
El Papa comienza la misa con un báculo en forma de cruz, hecho con la madera de las pateras naufragadas. ¡Qué bellos símbolos! El báculo de maderas de cayucos naufragados y el altar sobre una patera...Y la sede del Papa de madera sencilla. Y el ambón decorado con un timón de barca. Y el misal del Papa es el de la misa de todos los días.
En la primera lectura, el pasaje de Caín y Abel: "¿Dónde está tu hermano?". El Evangelio de la huída a Egipto del Jesús emigrante-refugiado con su familia.
El Papa prouncia una homilía seria, profunda, de perdón (de ahí también el color morado de su casulla) y de denuncia. Por eso, comienza citando los titulares de una noticia sobre un naufragio de inmigrantes.
"Sentí que tenía que venir hoy aquí a rezar, a realiza run gesto de cercanía y para que lo que ha sucedido no se repita, no se repita por favor".
"Sois una pequeña realidad, pero ofrecéis un ejemplo de solidaridad".
"Queridos emigrantes musulmanes que empiezan el Ramadán: La Iglesia os es cercana para la búsqueda de una vida más digna para vosotros y para vuestras familias".
"Las preguntas de Dios a Caín siguen resonando hoy"
"Muchos estamos desorientados y me incluyo yo mismo"
"¿Dónde está tu hermnos? Pregunta dirigida a cada uno de nosotros"
"Buscaban una vida mejor y han encontrado la muerte"
"Que sus voces lleguen hasta Dios"
"Antes de llegar aquí, pasaron por las manos de los traficantes, de los que se aprovechan de la pobreza de los demás"
"Cuánto han sufrido y algunos no consiguieron llegar"
Cita la comedia de Fuenteovejuna, todos a uno.
"¿Quién es el responsable de la sangre de estos hermanos y hermanas? Nadie y todos"
"Hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna"
"La cultura del bienestar nos hace insensibles a los gritos de los demás"
"Hemos caído en la globalización de la indiferencia"
"Nos hemos acostumbrado al sufrimiento de los demás"
"Una tercera pregunta: ¿Quién de nosotros llora por la muerte de estos hermanos y hermanas?"
"Esta sociedad ha olvidado el llanto, el compadacerse con"
"Pidamos al Señor la gracia de llorar sobre nuestra indiferencia"
"Perdón por la indiferencia, Padre, por la anestesia de nuestro corazón"
"Por los que con sus decisiones a nivel mundial crearon la situación que conduce a estos males"
Texto completo de la homilía del Santo Padre:
Inmigrantes muertos en el mar, desde esas barcas que en lugar de ser una vía de esperanza han sido una vía de muerte. Así es el título de los periódicos. Cuando hace algunas semanas he conocido esta noticia, que lamentablemente tantas veces se ha repetido, mi pensamiento ha vuelto a esto continuamente come una espina en el corazón que causa sufrimiento.
Y entonces he sentido que debía venir aquí hoy a rezar, a realizar un gesto de cercanía, pero también a despertar nuestras conciencias para que lo que ha sucedido no se repita, no se repita, por favor.
Pero antes, quisiera decir una palabra de sincera gratitud y de aliciente a ustedes, habitantes de Lampedusa y Linosa, a las asociaciones, a los voluntarios y a las fuerzas de seguridad, que han mostrado y muestran atención a las personas en su viaje hacia algo mejor. Ustedes son una pequeña realidad, ¡pero ofrecen un ejemplo de solidaridad!
Gracias también al Arzobispo Mons. Francesco Montenegro, por su ayuda, su trabajo y su cercanía pastoral. Gracias también a la señora Giusy Nicolini, alcaldesa, por lo que hace.
Dirijo un pensamiento a los queridos inmigrantes musulmanes que están comenzando el ayuno de Ramadán, con el deseo de abundantes frutos espirituales. La Iglesia está cerca de ustedes en la búsqueda de una vida más digna para ustedes y para sus familias. ¡A ustedes "O' scia'!"
Esta mañana, a la luz de la Palabra de Dios que hemos escuchado, quisiera proponer algunas palabras que, sobre todo, despierten la conciencia de todos, impulsen a reflexionar y a cambiar concretamente ciertas actitudes.
"¿Adán, dónde estás?": es la primera pregunta que Dios dirige al hombre después del pecado. "¿Dónde estás?". Es un hombre desorientado que ha perdido su lugar en la creación porque cree que puede volverse potente, que puede dominar todo, que puede ser Dios. Y la armonía se rompe, el hombre se equivoca y esto se repite también en la relación con el otro que ya no es el hermano al que hay que amar, sino sencillamente el otro que disturba mi vida, mi bienestar. Y Dios hace la segunda pregunta: "Caín, ¿dónde está tu hermano?". El sueño de ser poderoso, de ser grande como Dios, es más de ser Dios, lleva a una cadena de equivocaciones que es cadena de muerte, ¡conduce a derramar la sangre del hermano!
¡Estas dos preguntas de Dios resuenan también hoy, con toda su fuerza! Muchos de nosotros, también yo me incluyo, estamos desorientados, ya no estamos atentos al mundo en que vivimos, no cuidamos, no custodiamos lo que Dios ha creado para todos y ya no somos capaces ni siquiera de custodiarnos unos a otros. Y cuando esta desorientación adquiere las dimensiones del mundo, se llega a las tragedias como a la que hemos asistido.
"¿Dónde está tu hermano?", la voz de su sangre grita hasta mí, dice Dios. Esta no es una pregunta dirigida a los demás, es una pregunta dirigida a mí, a ti, a cada uno de nosotros. Esos hermanos y hermanas nuestros trataban de salir de situaciones difíciles para encontrar un poco de serenidad y de paz; buscaban un lugar mejor para ellos y para sus familias, pero han encontrado la muerte.
¡Cuántas veces aquellos que buscan esto no encuentran comprensión, acogida, solidaridad!
¡Y sus voces suben hasta Dios!
Y una vez más a ustedes, habitantes de Lampedusa les agradezco su solidaridad.
He escuchado recientemente a uno de estos hermanos. Antes de llegar aquí han pasado por las manos de los traficantes. Esos que explotan la pobreza de los demás. Esa gente que hace de la pobreza de los demás su propia fuente de ganancia. ¡Cuánto han sufrido... y algunos no han logrado llegar!
"¿Dónde está tu hermano?". ¿Quién es el responsable de esta sangre?
En la literatura española hay una comedia de Lope de Vega que narra cómo los habitantes de la ciudad de Fuente Ovejuna matan al Gobernador porque es un tirano, y lo hacen de modo que no se sepa quién ha realizado la ejecución. Y cuando el juez del rey pregunta: "¿Quién ha asesinado al Gobernador?", todos responden: "Fuente Ovejuna, Señor". ¡Todos y nadie!
También hoy esta pregunta surge con fuerza: ¿Quién es el responsable de la sangre de estos hermanos y hermanas? ¡Nadie! Todos nosotros respondemos así: no soy yo, yo no tengo nada que ver, serán otros, ciertamente no yo. Pero Dios pregunta a cada uno de nosotros: "¿Dónde está la sangre de tu hermano que grita hasta mí?"
Hoy nadie se siente responsable de esto; hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna; hemos caído en la actitud hipócrita del sacerdote y del servidor del altar, del que habla Jesús en la parábola del Buen Samaritano: miramos al hermano medio muerto en el borde del camino, quizá pensamos "pobrecito", y continuamos por nuestro camino, no es tarea nuestra; y con esto nos tranquilizamos y nos sentimos bien. La cultura del bienestar, que nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos vuelve insensibles a los gritos de los demás, nos hace vivir en pompas de jabón, que son bellas, pero no son nada, son la ilusión de lo fútil, de lo provisorio, que lleva a la indiferencia hacia los demás, es más lleva a la globalización de la indiferencia. En este mundo de la globalización hemos caído en la globalización de la indiferencia. ¡Nos hemos habituado al sufrimiento del otro, no nos concierne, no nos interesa, no es un asunto nuestro!
Vuelve la figura del Innominado de Manzoni. La globalización de la indiferencia nos hace a todos "innominados", responsables sin nombre y sin rostro.
"¿Adán dónde estás?", "¿dónde está tu hermano?", son las dos preguntas que Dios hace al inicio de la historia de la humanidad y que dirige también a todos los hombres de nuestro tiempo, también a nosotros.
Pero yo querría que nos hiciéramos una tercera pregunta: "¿Quién de nosotros ha llorado por este hecho y por hechos como éste?". ¿Quién ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas? ¿Quién ha llorado por estas personas que estaban en la barca? ¿Por las jóvenes mamás que llevaban a sus niños? ¿Por estos hombres que deseaban algo para sostener a sus propias familias?
Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia del llorar, del "padecer con": ¡la globalización de la indiferencia nos ha quitado la capacidad de llorar!
En el Evangelio hemos escuchado el grito, el llanto, el gran lamento: "Raquel llora a sus hijos... porque ya no están". Herodes ha sembrado muerte para defender su propio bienestar, su propia pompa de jabón. Y esto sigue repitiéndose... Pidamos al Señor que borre lo que queda de Herodes también en nuestro corazón; pidamos al Señor la gracia de llorar sobre nuestra indiferencia, sobre la crueldad que hay en el mundo, en nosotros, también en aquellos que en el anonimato toman decisiones socio-económicas que abren el camino a dramas como este. ¿Quién ha llorado? ¿Quién ha llorado? ¿Quién ha llorado hoy en el mundo?"
Señor, en esta Liturgia, que es una Liturgia de penitencia, pedimos perdón por la indiferencia hacia tantos hermanos y hermanas, te pedimos, Padre, perdón por quien se ha acomodado, se ha encerrado en su propio bienestar que lleva a la anestesia del corazón, te pedimos perdón por aquellos que con sus decisiones a nivel mundial han creado situaciones que conducen a estos dramas. ¡Perdón Señor!
Señor, que escuchemos también hoy tus preguntas: ¿"Adán, dónde estás?", "¿dónde está la sangre de tu hermano?"
RD
Papa denuncia la "globalización de la indiferencia" ante el drama de la emigración ilegal
08 de julio, 2013. (Romereports.com) El Papa ha celebrado Misa en un polideportivo de Lampedusa, la isla italiana a la que llegan cada día decenas de emigrantes ilegales. El altar era de una belleza triste: estaba apoyado sobre una barca en la que un grupo de emigrantes ilegales intentó escapar del norte de África en busca de un futuro mejor.
En su dura homilía, el Papa Francisco ha pedido a la humanidad que no se acostumbre al sufrimiento de los demás y ha denunciado la “globalización de la indiferencia”.
Francisco“Miramos al hermano medio muerto tirado en la calle y quizá pensamos “pobrecillo”, y seguimos por nuestro camino: no depende de nosotros... Y nos sentimos justificados”. “Quién ha llorado por estas personas que iban en barca? ¿Por estas jóvenes madres que llevaban a sus niños? ¿Por estos hombres que buscaban un modo de sostener a sus familias? Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia del llanto, del “padecer con”: la globalización de la indiferencia”.
El Papa llevaba vestiduras moradas porque ha deseado que fuera una ceremonia penitencial para pedir perdón a Dios por los dramas que afronta cada emigrante ilegal.
Francisco“Te pedimos perdón por quienes, con sus leyes y decisiones a nivel mundial han creado situaciones que conducen a estos dramas. Perdón, Señor”.
Antes de irse el Papa ha dado las gracias a los habitantes de la isla. Les ha dicho que son un faro y ha pedido al resto del mundo que los imiten y tengan el coraje de recibir a los emigrantes que huyen en busca de una vida mejor.
En su dura homilía, el Papa Francisco ha pedido a la humanidad que no se acostumbre al sufrimiento de los demás y ha denunciado la “globalización de la indiferencia”.
Francisco“Miramos al hermano medio muerto tirado en la calle y quizá pensamos “pobrecillo”, y seguimos por nuestro camino: no depende de nosotros... Y nos sentimos justificados”. “Quién ha llorado por estas personas que iban en barca? ¿Por estas jóvenes madres que llevaban a sus niños? ¿Por estos hombres que buscaban un modo de sostener a sus familias? Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia del llanto, del “padecer con”: la globalización de la indiferencia”.
El Papa llevaba vestiduras moradas porque ha deseado que fuera una ceremonia penitencial para pedir perdón a Dios por los dramas que afronta cada emigrante ilegal.
Francisco“Te pedimos perdón por quienes, con sus leyes y decisiones a nivel mundial han creado situaciones que conducen a estos dramas. Perdón, Señor”.
Antes de irse el Papa ha dado las gracias a los habitantes de la isla. Les ha dicho que son un faro y ha pedido al resto del mundo que los imiten y tengan el coraje de recibir a los emigrantes que huyen en busca de una vida mejor.
No comments:
Post a Comment