Un doble conflicto
se plantea constantemente para el cristiano:
uno exterior entre su Iglesia y el mundo.
Y otro mucho más agudo
en su conciencia íntima de hombre,
entre su fe
en la fraternidad sobrenatural de los hombres
y el cumplimiento de sus deberes
de justicia y caridad.
De estos dos conflictos,
el segundo es aún más violento
que el primero...
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