Se multiplican, sobre todo, pentecostales y bautistas
Más de un 1,9% de la población del país es
Testigo de Jehová
Sólo en julio fueron autorizadas unas 40. Y en cuatro años, sumaron unas 800. La mayoría son de cuño pentecostal, le siguen las bautistas. Al quedar registradas acceden a beneficios impositivos. Advierten por la existencia de organizaciones truchas.
Los evangélicos parece que se siguen multiplicando en el país. Al menos, cada vez son más las comunidades evangélicas y, por tanto, sus templos. Los últimos datos oficiales así lo certifican: el mes pasado 40 nuevos cultos cristianos, sobre todo de cuño pentecostal y, en menor media, bautista, quedaron formalmente inscriptos en el Registro de Cultos del Ministerio de Relaciones Exteriores –o sea, un promedio de más de uno por día–, según consigna el Boletín Oficial.
El sostenido crecimiento de las inscripciones de las comunidades evangélicas –entre 2007 y 2011 lo hicieron unas 800–, las convierte por lejos en las más numerosas del Registro: cerca del 90 % de un total de más de 4.500 (en 2006 era 3.600). Ello no implica necesariamente un gran crecimiento en el número de fieles porque, en muchos casos, los nuevos cultos cristianos son escisiones de otros. Además, el Registro no consigna las bajas, si bien también es cierto que no todos se inscriben.
Un relevamiento que realizaron en todo el país en 2008 el CONICET y cuatro universidades nacionales había arrojado que el 9 % de la población era evangélica (7,9 % de ellos pentecostales), más un 1,9% Testigo de Jehová y un 0, 9 % mormón. Cabria deducir que cuatro años después ese porcentaje creció. Mientras que seguramente bajó un poco el porcentaje de los católicos, que en aquel sondeo arrojaba el 76,5 %, pero los practicantes rondaban apenas el 20 %.
Para los expertos, la cercanía a la gente y la calidez de las comunidades evangélicas –sumada a la creencia de los fieles de que su vida mejorará apelando a la fe– tiene mucho que ver con el crecimiento evangélico. "Las inscripciones revelan el gran crecimiento de la Iglesia evangélica por el modo en que presentamos a Jesucristo", dice Rubén Proietti, presidente de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas.
Proietti acepta que muchos nuevos grupos evangélicos que se inscriben son producto de un desprendimiento de comunidades ya existentes. Pero dice que ello también puede conllevar tener más fieles. "Una división, que nunca es agradable, puede estar expresando un deseo de expansión", señala. Y, pese a la extendida creencia, destaca que los evangélicos no son proselitistas. "No buscamos sacarle fieles a otros cultos", asegura.
En cambio, Proietti acepta que puede haber grupos que se llaman evangélicos y que son poco serios. "En nuestra entidad no aceptamos a cualquier grupo que se declara evangélico y no tiene una adecuada formación y conformación, ni a personas que se autoproclaman pastores, sino que tenemos una serie de exigencias", subraya. De hecho, considera que parte del crecimiento evangélico se debe a que la gente "comprueba que en sus comunidades no se la engaña".
Desde la Iglesia Católica, el crecimiento evangélico –que se considera un fenómeno muy diverso– es tomado como un desafío que exige un mayor esmero. El secretario de la comisión de Ecumenismo del Episcopado, padre Pedro Torres, opina que "este nuevo pluralismo religioso es un desafío tanto para el diálogo ecuménico, que procura la unidad, cuanto para el análisis o autocrítica al interior de las iglesias históricas en relación a un estilo de vida evangélico más fiel a la verdad y a la caridad, más sencillo, austero y solidario. Necesitamos -dice- recuperar en nuestras comunidades el sentido del compromiso bautismal".
El sostenido crecimiento de las inscripciones de las comunidades evangélicas –entre 2007 y 2011 lo hicieron unas 800–, las convierte por lejos en las más numerosas del Registro: cerca del 90 % de un total de más de 4.500 (en 2006 era 3.600). Ello no implica necesariamente un gran crecimiento en el número de fieles porque, en muchos casos, los nuevos cultos cristianos son escisiones de otros. Además, el Registro no consigna las bajas, si bien también es cierto que no todos se inscriben.
Un relevamiento que realizaron en todo el país en 2008 el CONICET y cuatro universidades nacionales había arrojado que el 9 % de la población era evangélica (7,9 % de ellos pentecostales), más un 1,9% Testigo de Jehová y un 0, 9 % mormón. Cabria deducir que cuatro años después ese porcentaje creció. Mientras que seguramente bajó un poco el porcentaje de los católicos, que en aquel sondeo arrojaba el 76,5 %, pero los practicantes rondaban apenas el 20 %.
Para los expertos, la cercanía a la gente y la calidez de las comunidades evangélicas –sumada a la creencia de los fieles de que su vida mejorará apelando a la fe– tiene mucho que ver con el crecimiento evangélico. "Las inscripciones revelan el gran crecimiento de la Iglesia evangélica por el modo en que presentamos a Jesucristo", dice Rubén Proietti, presidente de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas.
Proietti acepta que muchos nuevos grupos evangélicos que se inscriben son producto de un desprendimiento de comunidades ya existentes. Pero dice que ello también puede conllevar tener más fieles. "Una división, que nunca es agradable, puede estar expresando un deseo de expansión", señala. Y, pese a la extendida creencia, destaca que los evangélicos no son proselitistas. "No buscamos sacarle fieles a otros cultos", asegura.
En cambio, Proietti acepta que puede haber grupos que se llaman evangélicos y que son poco serios. "En nuestra entidad no aceptamos a cualquier grupo que se declara evangélico y no tiene una adecuada formación y conformación, ni a personas que se autoproclaman pastores, sino que tenemos una serie de exigencias", subraya. De hecho, considera que parte del crecimiento evangélico se debe a que la gente "comprueba que en sus comunidades no se la engaña".
Desde la Iglesia Católica, el crecimiento evangélico –que se considera un fenómeno muy diverso– es tomado como un desafío que exige un mayor esmero. El secretario de la comisión de Ecumenismo del Episcopado, padre Pedro Torres, opina que "este nuevo pluralismo religioso es un desafío tanto para el diálogo ecuménico, que procura la unidad, cuanto para el análisis o autocrítica al interior de las iglesias históricas en relación a un estilo de vida evangélico más fiel a la verdad y a la caridad, más sencillo, austero y solidario. Necesitamos -dice- recuperar en nuestras comunidades el sentido del compromiso bautismal".
Los evangélicos parece que se siguen multiplicando en el país. Al menos, cada vez son más las comunidades evangélicas y, por tanto, sus templos. Los últimos datos oficiales así lo certifican: el mes pasado 40 nuevos cultos cristianos, sobre todo de cuño pentecostal y, en menor media, bautista, quedaron formalmente inscriptos en el Registro de Cultos del Ministerio de Relaciones Exteriores –o sea, un promedio de más de uno por día–, según consigna el Boletín Oficial.
El sostenido crecimiento de las inscripciones de las comunidades evangélicas –entre 2007 y 2011 lo hicieron unas 800–, las convierte por lejos en las más numerosas del Registro: cerca del 90 % de un total de más de 4.500 (en 2006 era 3.600). Ello no implica necesariamente un gran crecimiento en el número de fieles porque, en muchos casos, los nuevos cultos cristianos son escisiones de otros. Además, el Registro no consigna las bajas, si bien también es cierto que no todos se inscriben.
Un relevamiento que realizaron en todo el país en 2008 el CONICET y cuatro universidades nacionales había arrojado que el 9 % de la población era evangélica (7,9 % de ellos pentecostales), más un 1,9% Testigo de Jehová y un 0, 9 % mormón. Cabria deducir que cuatro años después ese porcentaje creció. Mientras que seguramente bajó un poco el porcentaje de los católicos, que en aquel sondeo arrojaba el 76,5 %, pero los practicantes rondaban apenas el 20 %.
Para los expertos, la cercanía a la gente y la calidez de las comunidades evangélicas –sumada a la creencia de los fieles de que su vida mejorará apelando a la fe– tiene mucho que ver con el crecimiento evangélico. "Las inscripciones revelan el gran crecimiento de la Iglesia evangélica por el modo en que presentamos a Jesucristo", dice Rubén Proietti, presidente de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas.
Proietti acepta que muchos nuevos grupos evangélicos que se inscriben son producto de un desprendimiento de comunidades ya existentes. Pero dice que ello también puede conllevar tener más fieles. "Una división, que nunca es agradable, puede estar expresando un deseo de expansión", señala. Y, pese a la extendida creencia, destaca que los evangélicos no son proselitistas. "No buscamos sacarle fieles a otros cultos", asegura.
En cambio, Proietti acepta que puede haber grupos que se llaman evangélicos y que son poco serios. "En nuestra entidad no aceptamos a cualquier grupo que se declara evangélico y no tiene una adecuada formación y conformación, ni a personas que se autoproclaman pastores, sino que tenemos una serie de exigencias", subraya. De hecho, considera que parte del crecimiento evangélico se debe a que la gente "comprueba que en sus comunidades no se la engaña".
Desde la Iglesia Católica, el crecimiento evangélico –que se considera un fenómeno muy diverso– es tomado como un desafío que exige un mayor esmero. El secretario de la comisión de Ecumenismo del Episcopado, padre Pedro Torres, opina que "este nuevo pluralismo religioso es un desafío tanto para el diálogo ecuménico, que procura la unidad, cuanto para el análisis o autocrítica al interior de las iglesias históricas en relación a un estilo de vida evangélico más fiel a la verdad y a la caridad, más sencillo, austero y solidario. Necesitamos -dice- recuperar en nuestras comunidades el sentido del compromiso bautismal".
El sostenido crecimiento de las inscripciones de las comunidades evangélicas –entre 2007 y 2011 lo hicieron unas 800–, las convierte por lejos en las más numerosas del Registro: cerca del 90 % de un total de más de 4.500 (en 2006 era 3.600). Ello no implica necesariamente un gran crecimiento en el número de fieles porque, en muchos casos, los nuevos cultos cristianos son escisiones de otros. Además, el Registro no consigna las bajas, si bien también es cierto que no todos se inscriben.
Un relevamiento que realizaron en todo el país en 2008 el CONICET y cuatro universidades nacionales había arrojado que el 9 % de la población era evangélica (7,9 % de ellos pentecostales), más un 1,9% Testigo de Jehová y un 0, 9 % mormón. Cabria deducir que cuatro años después ese porcentaje creció. Mientras que seguramente bajó un poco el porcentaje de los católicos, que en aquel sondeo arrojaba el 76,5 %, pero los practicantes rondaban apenas el 20 %.
Para los expertos, la cercanía a la gente y la calidez de las comunidades evangélicas –sumada a la creencia de los fieles de que su vida mejorará apelando a la fe– tiene mucho que ver con el crecimiento evangélico. "Las inscripciones revelan el gran crecimiento de la Iglesia evangélica por el modo en que presentamos a Jesucristo", dice Rubén Proietti, presidente de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas.
Proietti acepta que muchos nuevos grupos evangélicos que se inscriben son producto de un desprendimiento de comunidades ya existentes. Pero dice que ello también puede conllevar tener más fieles. "Una división, que nunca es agradable, puede estar expresando un deseo de expansión", señala. Y, pese a la extendida creencia, destaca que los evangélicos no son proselitistas. "No buscamos sacarle fieles a otros cultos", asegura.
En cambio, Proietti acepta que puede haber grupos que se llaman evangélicos y que son poco serios. "En nuestra entidad no aceptamos a cualquier grupo que se declara evangélico y no tiene una adecuada formación y conformación, ni a personas que se autoproclaman pastores, sino que tenemos una serie de exigencias", subraya. De hecho, considera que parte del crecimiento evangélico se debe a que la gente "comprueba que en sus comunidades no se la engaña".
Desde la Iglesia Católica, el crecimiento evangélico –que se considera un fenómeno muy diverso– es tomado como un desafío que exige un mayor esmero. El secretario de la comisión de Ecumenismo del Episcopado, padre Pedro Torres, opina que "este nuevo pluralismo religioso es un desafío tanto para el diálogo ecuménico, que procura la unidad, cuanto para el análisis o autocrítica al interior de las iglesias históricas en relación a un estilo de vida evangélico más fiel a la verdad y a la caridad, más sencillo, austero y solidario. Necesitamos -dice- recuperar en nuestras comunidades el sentido del compromiso bautismal".
Sergio Rubin
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