LAS PANCARTAS DE LA CALLE
Por Javier Leoz
Celebramos en este cuarto domingo de cuaresma el llamado Domingo “Laetare”, es decir “Alégrate” por la proximidad de la Santa Pascua. ¿Poseemos razones para la alegría? ¿Mirando a nuestro alrededor podemos sonreír, levantarnos o dar una ojeada con optimismo al futuro?
1.- Recientemente, en un estudio sociológico sobre España, nos hemos desayunado con que la práctica religiosa ha aumentado un 4%. Muchas lecturas se pueden desprender de esta publicación de datos. Entre otras que, las personas, necesitamos más profundas y auténticas razones para la esperanza. Que el entorno que nos presiona y nos maniata lejos de producir en nosotros un efecto de vida y de paz, nos conduce a todo lo contrario.
¿Dónde están nuestras fuentes de satisfacción? ¿En el circo en el que a veces se convierte nuestra vida? ¿En aquello que los tecnócratas diseñan para nuestro día a día?
2.- La Pascua, que asoma en la esquina de la santa cuaresma, nos brinda la luz de Jesucristo. Viviremos con pasión y devoción lo que, el ruido del día a día, nos impide disfrutar: la presencia de un Cristo que es salvación, redención o más allá.
Es extraño, por no decir imposible, caminar por una calle o una vía sin encontrarnos con una pancarta que no reclame, anuncie, convoque o no diga algo. Jesucristo en medio del caos es un estandarte de vida y de resurrección. Pero, para que así lo apreciemos, hemos de saber mirar en la dirección adecuada. ¿Qué nos impide contemplar, amar, celebrar y desear a Cristo?
3.- La Pascua, y no lo olvidemos, es el paso de Dios por medio de nosotros. Lo hizo en Navidad (de una forma humilde) y, de nuevo, lo realiza de un modo radical: nos ofrece la prueba de su máximo amor en cruz. ¿Quién busca a quién? ¿Buscamos nosotros a Dios o es Dios quien nos busca a nosotros? No lo dudemos, siempre, la iniciativa está en Él, viene de Él y en nosotros, tan sólo, reside la respuesta. ¿Qué le respondemos?
4.- Que en el sprint final de la cuaresma nos sintamos atraídos por la persona de Jesucristo. La Nueva Evangelización sólo será posible con cristianos evangelizados. ¿Cómo vamos a presentar como modelo de referencia a Jesús si, previamente, no lo sentimos en propias carnes? ¿Cómo vamos a proponerlo como blasón de tantos valores que hacen falta en nuestro mundo si preferimos enarbolar en nuestras manos cometas de colores, sin consistencia, volátiles o sin contenido alguno?
5.- Una vida sin Dios es un barco a la deriva, una embarcación sin ancla. La Semana Santa que llama a nuestra puerta puede ser una gran ocasión para llenarnos de entereza y de fortaleza. Para reconstituirnos por dentro y para sentirnos con capacidad, venida de lo alto, seguir adelante. Pero, también, para volver a las fuentes de nuestra fe. Para saber en qué creemos, en quién creemos y por qué creemos.
Es cuestión de levantar la cabeza, de no dejarnos despistar por otras banderas que no sean las de la fe y la confianza en Dios. Sólo así sentiremos que nuestra vida estará tocada por la resurrección y la vida que Jesús nos ofrece a su paso cerca de nosotros.
6.- DE NUEVO LO MANDAS, SEÑOR
Obediente para que, en nuestra rebeldía,
regresemos al camino de la fe y del amor.
Con los ojos en el cielo pero, con sus pies en la tierra,
para enseñarnos el sendero de la vida y del perdón
DE NUEVO LO MANDAS, SEÑOR
Como lo presentaste en Belén,
humilde y desnudo, incomprendido y silencioso
unido en todo y para todo a Ti.
DE NUEVO LO MANDAS, SEÑOR
A tu Hijo, Jesucristo, que es salvación
para darnos un poco de luz en la oscuridad
En la noche en la que confundimos todo
en las horas que se presentan amargas
en las pruebas que se nos hacen insoportables
DE NUEVO LO MANDAS, SEÑOR
Para que, la humanidad, encuentre la Verdad
y, en esa Verdad, seamos libres y no esclavos
hermanos y nunca más adversarios
Para que, la humanidad, rota por tantos pecados
bebamos en la pasión y muerte de tu Hijo
el gusto redentor del amor bajado de los cielos.
DE NUEVO LO MANDAS, SEÑOR, A TU HIJO
Para buscarnos, porque andamos perdidos
Para amarnos, porque vagamos sedientos de amor
Para protegernos, estamos desnudos de lo eterno
Para fortalecernos, nos sentimos débiles y huérfanos
DE NUEVO LO MANDAS, SEÑOR
Lo hiciste en una noche santa y misteriosa de Navidad
y, ahora, lo haces en días santos de pasión y de muerte
en momentos de silencio y de soledad
en instantes de amargura, obediencia y entrega
soportando calzadas sembradas de indiferencia y cerrazón.
DE NUEVO LO MANDAS, SEÑOR
A tu Hijo, a Jesucristo Salvador,
para elevarnos hasta Ti
para atraernos y llevarnos hasta Ti
para que no olvidemos que, siendo hombres,
somos tuyos, hacia Ti vamos y en Ti descansaremos
Amén
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