Friday, October 30, 2015

Carta abierta a monseñor Juan Barros por Marco Antonio Velásquez


"Su versión no resulta creíble"


"Siga el maravilloso ejemplo, con el que un día el papa Benedicto XIV sorprendió a la Iglesia Universal"


(Marco A. Velásquez).- Respetado don Juan Barros: Motivado por la carta que Ud. publicó el 26 de octubre pasado, dirigida a la comunidad cristiana de la diócesis de Osorno, he considerado oportuno escribirle una carta abierta, para expresarle mi opinión personal respecto de la situación que se vive en esa querida Iglesia. Lo hago como un deber de conciencia y porque siendo un católico practicante, estoy consciente que cuando algún miembro del Cuerpo Místico sufre, toda la Iglesia sufre con él.
Permítame dirigirme a Ud. como lo hacendos hermanos que comparten una misma fe. Por eso, lo hago con respeto, con honestidad, con convicción y con caridad cristiana. El objetivo de escribirle está implícito en su carta pastoral, donde Ud. plantea la necesidad de discernir: ¿Qué haría Cristo en mi lugar?
1. La Iglesia es la comunidad conformada por el Pueblo de Dios, es anticipo del Reino presente en el mundo. Ello nos obliga a testimoniar el Evangelio a todos los hombres y mujeres, creyentes y no creyentes, poniendo una atención preferencial por los más débiles, por los pobres, por los desamparados y por los niños. El Pueblo de Dios, como realidad espiritual es guiado por la acción del Espíritu Santo, mientras que como realidad temporal es asistido por la conducción de un pastor. En la historia de la Iglesia este servicio ha sido confiado a los obispos. Al respecto, la primera carta del apóstol Pablo a Timoteo precisa las condiciones que deben reunir quienes aspiran a ser obispos, cuando dice que: "es menester que la conducta del obispo sea irreprensible." 1 Tim 3, 2.
2. Sabemos que Ud. fue formado espiritualmente por un sacerdote que se convirtió en el mayor pederasta de la Iglesia chilena, el presbítero Fernando Karadima Fariña. Sus delitos son de larga data y fueron ocultados por la jerarquía de la Iglesia de Santiago. Habiendo transcurrido muchos años de silencio y de dolor, algunas de sus víctimas tomaron la difícil decisión de denunciarlo ante las autoridades de la Iglesia. Sus denuncias no fueron acogidas oportunamente, siendo dilatadas hasta que los delitos prescribieron judicialmente. Esas mismas víctimas han declarado reiteradamente que Ud. fue testigo y cómplice de esos delitos, y han agregado que habiendo sido Ud. secretario personal del cardenal Juan Francisco Fresno, Ud. habría tenido conocimiento de esas denuncias y que habría destruido las cartas que acusaban tan horrendos crímenes.
3. Sin embargo, Ud. ha señalado en su carta que "Poniendo por testigo a Dios reitero que jamás tuve conocimiento ni imaginé nunca de aquellos repudiables abusos que cometió." Sin juzgar intensiones, su declaración es completamente contradictoria con los testimonios de las víctimas. De ello se deriva una consecuencia moral indiscutible, cual es que una de las partes falta gravemente a la verdad. Así queda planteado un dilema moral sin respuesta objetiva, como es saber de qué lado está la verdad y de cuál la mentira.
4. Los hechos son objetivos, por un lado está del testimonio de tres personas abusadas, víctimas de graves delitos, que se han ganado la consideración social por atreverse a denunciar a un hombre poderoso y que consiguieron demostrar la comisión de los delitos. Contra ello está el testimonio suyo, defensivo, proveniente de un ex general de la Vicaría Castrense, de quien se ha dicho que debió salir porque el honor militar era menoscabado con la presencia de alguien que fuera cercano colaborador del padre Karadima.
También está presente en la memoria ciudadana, el enorme poder desplegado para proteger al acusado en la fase judicial, donde muchos sacerdotes y obispos formados en la Parroquia de El Bosque escribieron extensas cartas para denigrar a las víctimas, respaldar al padre Karadima y desprestigiar a hermanos sacerdotes que reconocieron la existencia de esos delitos. Todas esas cartas tenían una estructura y contenido idéntico de redacción, semejando una defensa corporativa. Cuando la Santa Sede sancionó severamente al acusado, los autores de esas cartas declararon su arrepentimiento, pidieron perdón y reconocieron haber faltado a la verdad. Muchas de esas cartas fueron enviadas a Roma, a la Congregación para la Doctrina de la Fe, bajo juramento. Estos hechos revelan que la mentira ha sido un recurso utilizado entre los sacerdotes y obispos formados por el padre Fernando Karadima.
En consecuencia, Ud. debe comprender que la credibilidad social se inclina en favor de las víctimas, mientras que su versión de los hechos, al estar reñida con el testimonio de personas victimizadas, no resulta creíble.
5. He intentado ponerme en su lugar, y concluyo que si me viera involucrado en una situación de descrédito social como la que a Ud. sufre, y estando convencido de la veracidad de mi versión de los hechos, estaría obligado a salvar mi honra, recurriendo auna demanda judicial que permita demostrar mi inocencia. Esto no ha ocurrido en su caso.
6. Con los argumentos señalados, Ud. comprenderá que existen dudas fundadas respecto de su conducta pasada, situación que tiende una sombra de duda respecto de que su actuación sea irreprensible, como aconseja el apóstol Pablo a Timoteo. Esto compromete su idoneidad moral como obispo y afecta gravemente su legitimidad. Ello porque la legitimidad episcopal no viene dada por el nombramiento del romano pontífice, sino por la conducta de vida exigida a los pastores.
7. Consistente con ello, considero impropio de un obispo, que debe lealtad al Santo Padre, que se escude en un nombramiento que ha tenido demasiadas ingratitudes para el papa Francisco y que ha dañado, no sólo la vida pastoral de Osorno, sino que ha afectado la credibilidad de la Iglesia chilena y de la Iglesia Universal, poniendo en duda la política de intolerancia al abuso de menores en la Iglesia.
8. Desde que Ud. asumió como obispo de Osorno, los hechos transcurridos han revelado una dramática división del Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia. No me refiero sólo a los bochornosos acontecimientos ocurridos el día de su entronización o en otros actos litúrgicos posteriores, que no comparto, sino también a la herida lacerante que divide al Pueblo de Dios. Tengo conocimiento cercano que, como consecuencia de su nombramiento, hay familias divididas gravemente en esa Iglesia local. Para graficar la seriedad de ello y para sensibilizar su corazón de cristiano, quiero contarle que he recibido un testimonio desolador en este sentido. Una persona muy herida me cuenta literalmente que "la llegada de este obispo ha causado mucha división, en lo particular con mi familia. Estamos divididos. Mi hermano tiene una hija religiosa de claustro y ya me dijo que somos de lo peor, por la participación en la Organización de Laicos. Mi sobrina me llamó del convento de claustro para solicitarnos que mi hermana y yo no hagamos más protestas contra el Señor Barros y lloró mucho. Está enojadísima. De marzo no podemos visitar el convento como antes lo haciamos. ESTO ES MUY TRISTE. MUY PENOSO. Si el Señor Barros se va, existirá un reencuentro con nuestros familiares."
9. Don Juan Barros, Ud. comprenderá que aquí hay un bien infinitamente superior que está gravemente lesionado, como es la unidad de la Iglesia y de la familia. Nadie puede ser indiferente a esta situación, especialmente cuando la causa objetiva dice relación con su permanencia como obispo de Osorno. Como hermanos en la fe, debo decirle que Ud. tiene la obligación moral de recapacitar y tomar conciencia que, lamentablemente, su presencia en la diócesis constituye un doloroso signo de división. Cualquier cristiano honesto, que con su presencia, con razón o sin razón, llegara a provocar tal división eclesial y familiar sería embargado por un profundo sufrimiento, más aún si esa persona ha sido ungida con el ministerio episcopal. Sí, porque la tarea primordial del obispo es asegurar la comunión, convirtiéndose en un signo visible de unidad y de fraternidad. Es evidente que los hechos demuestran lo contrario. En tal sentido, permítame recordarle que el mismo apóstol Pablo, escribiendo a la comunidad de los gálatas, enseña a reconocer los frutos del Espíritu cristiano, como criterio de discernimiento para juzgar nuestros actos. Él dice que: "el Espíritu da frutos de amor, alegría y paz; de paciencia, amabilidad y bondad; de fidelidad, humildad y dominio propio." (Ga 5, 22-23a). En la actualidad esos frutos no están visibles en esa Iglesia local.
10. Por otro lado, Ud. refiriéndose en su carta a los abusos del padre Karadima ha dicho que: "Hoy yo mismo me siento en algún grado una víctima más, pues me he visto injustamente envuelto faltándose gravemente a la verdad". Estoy convencido que Ud. efectivamente es también una víctima, pero no de las faltas a la verdad, sino del poder de ese hombre que abusó y manipuló la conciencia de sus discípulos, que les enseñó una manera de ejercer poder eclesial y que les transmitió una espiritualidad gravemente desvirtuada. Es evidente que ser heredero espiritual de un hombre que se empeñó en formar a sus seguidores con un modelo sacerdotal viciado, ha dejado una impronta difícil de borrar. Es por eso que pienso que Ud. es una víctima más de los horrores cometidos por el padre Karadima.
Existe conciencia de que las víctimas de estos abusadores han debido pasar por una prolongada y compleja terapia, para recuperar su estabilidad emocional y para no replicar conductas similares o autodestructivas. Entonces, parece evidente que la primera prioridad suya es sanar esa carga emocional y valórica, que sin lugar a duda lo ha afectado a Ud. En esa tarea la Iglesia jerárquica tiene una responsabilidad ineludible.
11. Consecuentemente, Ud. en el fuero interno de su conciencia debe considerar honestamente su inhabilidad, para proceder conforme a lo establecido en el Código de Derecho Canónico, atendiendo a la solicitud de la Iglesia, donde establece que: "Se ruega encarecidamente al Obispo diocesano que presente la renuncia de su oficio si por enfermedad u otra causa grave quedase disminuida su capacidad para desempeñarlo." (CIC 401 § 2).
Considerando que el Código de Derecho Canónico contempla expresamente la solución a este delicado problema, Ud. no puede esperar que el Santo Padre resuelva aquello que está en su decisión personal resolver.
Apreciado monseñor Barros, es evidente que Nuestro Señor Jesucristo está interpelando intensamente a la Iglesia de Osorno. Cómo Ud. lo ha señalado en su carta, Él espera una respuesta a esa interrogante tan incisiva: ¿Qué haría Cristo en mi lugar?
Para responder honestamente, el apóstol Pablo pareciera exhortarnos como a los filipenses, cuando dice: "No hagáis nada por rivalidad u orgullo, sino con humildad; y considere cada uno a los demás como mejores que él mismo. Que nadie busque su propio bien, sino el bien de los otros."(Flp 2, 3-4). Y como una lección que no podemos rehuir, pareciera decirnos: "Pensad entre vosotros de la misma manera que Cristo Jesús, el cual: Aunque era de naturaleza divina, no se aferró al hecho de ser igual a Dios, sino que renunció a lo que le era propio y tomó naturaleza de siervo. Nació como un hombre, y al presentarse como hombre se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, hasta la muerte en la cruz." (Flp 3, 5-8)
Don Juan Barros, yo lo insto con respeto, para que, siguiendo el ejemplo de Jesucristo, Ud. pueda testimoniar el mayor servicio que un buen pastor desearía hacer, tome la cruz como lo hizo el Hijo de Dios. Siga el maravilloso ejemplo, con el que un día el papa Benedicto XIV sorprendió a la Iglesia Universal, "renunciando a lo que le era propio". Estoy seguro que el Pueblo de Dios sabrá reconocer en ese gesto suyo un acto de nobleza humana y de profunda caridad cristiana. Yo mismo me propongo estar cerca suyo, para manifestarle mi comprensión y acompañamiento fraterno, y orar para que el Señor lo anime y para que María Santísima lo asista.
Con la esperanza de que la Iglesia de Osorno y Ud. reencuentren la paz y la armonía, lo saluda fraternalmente.
RD

Francisco dice que Monseñor Romero fue calumniado también por los obispos. Video, audio y testimonios sobre Mons Romero


El Papa asegura que "una vez muerto fue difamado, calumniado, ensuciado"


"Después de haber dado su vida siguió dándola dejándose azotar por todas esas calumnias"



El papa Francisco afirmó hoy que el martirio del arzobispo de San Salvador, Oscar Romero, recientemente beatificado, continuó después de su asesinato por las calumnias de "sus hermanos del sacerdocio y del episcopado". Francisco se dirigió así al grupo de salvadoreños, compuestos por unas 500 personas, que hoy fueron recibidos por el pontífice para agradecer el reconocimiento como beato de Monseñor Óscar Arnulfo Romero.
"Quisiera añadir algo también que quizás pasamos de largo. El martirio de monseñor Romero (...) fue también posterior porque una vez muerto -yo era sacerdote joven y fui testigo de eso- una vez muerto fue difamado, calumniado, ensuciado. Su martirio se continuó incluso por hermanos suyos en el sacerdocio y en el episcopado", añadió el papa al discurso previsto.
Y agregó: "No hablo de oídas, he escuchado esas cosas, o sea que es lindo verlo también así, un hombre que sigue siendo mártir, bueno ahora ya creo que casi ninguno se atreva, pero que después de haber dado su vida siguió dándola dejándose azotar por todas esas incomprensiones y calumnias".
"Cuántas veces a personas que ya han dado su vida o han muerto se les sigue lapidando con la piedra más dura que existe en el mundo: la lengua", exclamó.
El arzobispo de San Salvador Oscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980 mientras daba misa por un sicario, fue beatificado el pasado 23 de mayo en una ceremonia en San Salvador, después de que su causa de beatificación se acelerara con la llegada del pontífice argentino.
El postulador de la causa para la beatificación del arzobispo de San Salvador, Vicenzo Paglia, había denunciado las dificultades y los "fuertes prejuicios" que se presentaron durante el proceso y cómo durante años creció "una montaña" de cartas contra Romero.
Durante su discurso, el papa también citó a Rutilio Grande, también asesinado en 1979 y cuyo proceso de beatificación ha comenzado, y dijo que estos mártires "son un tesoro y una fundada esperanza para la Iglesia y para la sociedad salvadoreña" y cómo "el impacto de su entrega se percibe todavía en nuestros días.
Explicó que el Salvador "tiene aún por delante una serie de difíciles tareas y citó "favorecer la promoción y el desarrollo de una nación en busca de la verdadera justicia, la auténtica paz y la reconciliación de los corazones".
Francisco hizo suyos los deseos del beato Monseñor Romero, quien "con fundada esperanza ansiaba ver la llegada del feliz momento en el que desapareciera de El Salvador la terrible tragedia del sufrimiento de tantos de nuestros hermanos a causa del odio, la violencia y la injusticia".
Y pidió que el Señor,"convierta todos los corazones y la bella patria que les ha dado, y que lleva el nombre del Divino Salvador, se convierta en un país donde todos se sientan redimidos y hermanos, sin diferencias, porque todos somos una sola cosa en Cristo nuestro Señor", al citar la homilía en Aguilares de 19 junio de 1977 de Romero.
De la delegación que hoy fue recibida por el papa formaban parte el presidente de la Conferencia Episcopal salvadoreña, Luis Escobar Alas, y los obispos salvadoreños Elías Bolaño y Gregorio Rosa Chávez, así como el ministro de Relaciones Exteriores, Hugo Martínez y el secretario de Gobernabilidad, Hato Hasbún. (RD/Agencias)
Texto íntegro del discurso del Papa
Queridos hermanos en el Episcopado, autoridades, sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas, hermanos y hermanas.
Con mucha alegría recibo hoy su visita y, al darles la más cordial bienvenida, deseo manifestarles también mi afecto por todos los hijos de la querida nación salvadoreña. Agradezco a Mons. José Luis Escobar, Presidente de la Conferencia Episcopal, sus amables palabras. A todos ustedes, muchas gracias por su presencia calurosa y entusiasta.
Los trae a Roma la alegría por el reconocimiento como beato de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, Pastor bueno, lleno de amor de Dios y cercano a sus hermanos que, viviendo el dinamismo de las bienaventuranzas, llegó hasta la entrega de su vida de manera violenta, mientras celebraba la Eucaristía, Sacrificio del amor supremo, sellando con su propia sangre el Evangelio que anunciaba.
Desde los inicios de la vida de la Iglesia, los cristianos, persuadidos por las palabras de Cristo, que nos recuerda que «si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo» (Jn 12,24), hemos tenido siempre la convicción de que la sangre de los mártires es semilla de cristianos, como dice Tertuliano. Sangre de un gran número de cristianos mártires que también hoy, de manera dramática, sigue siendo derramada en el campo del mundo, con la esperanza cierta que fructificará en una cosecha abundante de santidad, de justicia, reconciliación y amor de Dios. Pero recordemos que mártir no se nace. Es una gracia que el Señor concede, y que concierne en cierto modo a todos los bautizados. El Arzobispo Romero recordaba: «Debemos estar dispuestos a morir por nuestra fe, incluso si el Señor no nos concede este honor... Dar la vida no significa sólo ser asesinados; dar la vida, tener espíritu de martirio, es entregarla en el deber, en el silencio, en la oración, en el cumplimiento honesto del deber; en ese silencio de la vida cotidiana; dar la vida poco a poco» (Audiencia General, 7 enero 2015).
El mártir, en efecto, no es alguien que quedó relegado en el pasado, una bonita imagen que engalana nuestros templos y que recordamos con cierta nostalgia. No, el mártir es un hermano, una hermana, que continúa acompañándonos en el misterio de la comunión de los santos, y que, unido a Cristo, no se desentiende de nuestro peregrinar terreno, de nuestros sufrimientos, de nuestras angustias. En la historia reciente de ese querido país, al testimonio de Mons. Romero, se ha sumado el de otros hermanos y hermanas, como el padre Rutilio Grande, que, no temiendo perder su vida, la han ganado, y han sido constituidos intercesores de su pueblo ante el Viviente, que vive por los siglos de los siglos, y tiene en sus manos las llaves de la muerte y del abismo (cf. Ap 1,18). Todos estos hermanos son un tesoro y una fundada esperanza para la Iglesia y para la sociedad salvadoreña. El impacto de su entrega se percibe todavía en nuestros días. Por la gracia del Espíritu Santo, fueron configurados con Cristo, como tantos testigos de la fe de todos los tiempos.
Queridos amigos salvadoreños, a pocas semanas del inicio el Jubileo extraordinario de la Misericordia, el ejemplo de Mons. Romero constituye para su querida nación un estímulo y una obra renovada de la proclamación del Evangelio de Jesucristo, anunciándolo de modo que lo conozcan todas las personas, para que el amor misericordioso del Divino Salvador invada el corazón y la historia de su buena gente. El santo pueblo de Dios que peregrina en el Salvador tiene aún por delante una serie de difíciles tareas, sigue necesitando, como el resto del mundo, del anuncio evangelizador que le permita testimoniar, en la comunión de la única Iglesia de Cristo, la auténtica vida cristiana, que le ayude a favorecer la promoción y el desarrollo de una nación en busca de la verdadera justicia, la auténtica paz y la reconciliación de los corazones.
En esta ocasión, con tanto afecto por cada uno de ustedes aquí presentes y por todos los salvadoreños, hago míos los sentimientos del beato Monseñor Romero, que con fundada esperanza ansiaba ver la llegada del feliz momento en el que desapareciera de El Salvador la terrible tragedia del sufrimiento de tantos de nuestros hermanos a causa del odio, la violencia y la injusticia. Que el Señor, con una lluvia de misericordia y bondad, con un torrente de gracias, convierta todos los corazones y la bella patria que les ha dado, y que lleva el nombre del Divino Salvador, se convierta en un país donde todos se sientan redimidos y hermanos, sin diferencias, porque todos somos una sola cosa en Cristo nuestro Señor (cf. Mons. Óscar Romero, homilía en Aguilares, 19 junio 1977).
Quisiera añadir algo también que quizás pasamos de largo... el martirio de monseñor Romero no fue puntual en el momento de su muerte, fue un martirio, testimonio de sufrimiento anterior: persecución anterior hasta su muerte. Pero también posterior porque una vez muerto -yo era sacerdote joven y fue testigo de eso- una vez muerto fue difamado, calumniado, ensuciado. Su martirió se continuó incluso por hermanos suyos en el sacerdocio y en el episcopado.
No hablo de oídas, he escuchado esas cosas, ósea que es lindo verlo también así, un hombre que sigue siendo mártir, bueno ahora ya creo que casi ninguno se atreva, pero que después de haber dado su vida siguió dándola dejándose azotar por todas esas incomprensiones y calumnias. Eso da fuerza, solo Dios sabe, solo Dios sabe las historias de las personas y cuántas veces a personas que ya han dado su vida o han muerto se les sigue lapidando con la piedra más dura que existe en el mundo: la lengua.
Por intercesión de Nuestra Señora de la Paz, cuya fiesta hemos celebrado hace pocos días, invoco la bendición de Dios sobre ustedes y todos los amadísimos hijos e hijas de esa bendita tierra.
Muchas gracias.
RD


El Papa sobre monseñor Romero: Fue difamado incluso por sacerdotes y obispos



Unos 500 salvadoreños han visitado hoy al Papa Francisco para darle las gracias por la beatificación del arzobispo mártir Óscar Romero, uno de los personajes más importantes del catolicismo en América Latina. 

El primero que le recibió al llegar fue este pequeño que consiguió saltarse la fila. 

MONS. JOSÉ LUIS ESCOBAR
Presidente, Conferencia Episcopal de El Salvador
"Somos una comisión representativa del país de El Salvador compuesta por la mayoría de los obispos de la conferencia episcopal, el señor postulador de la Causa de Monseñor Romero”.

El Papa lamentó que todavía hoy haya martirios en varias partes del mundo y recordó que Romero siguió siendo martirizado después de su asesinato porque "fue difamado, calumniado y ensuciado incluso por hermanos suyos en el sacerdocio y en el episcopado”. 

FRANCISCO
"Pastor bueno, lleno de amor de Dios y cercano a sus hermanos que, viviendo el dinamismo de las bienaventuranzas, llegó hasta la entrega de su vida de manera violenta, mientras celebraba la Eucaristía”. 

Francisco aseguró que el impacto de la entrega de Romero "se percibe todavía en nuestros días”, y recordó a otro sacerdote salvadoreño asesinado en la misma época que está en proceso de beatificación, el jesuita Rutilio Grande

Además, pidió que El Salvador "se convierta en un país donde todos se sientan redimidos y hermanos, sin diferencias”. Justo lo que intentó hacer monseñor Romero. 

Ecos del encuentro del Papa con los peregrinos salvadoreños, testimonios sobre Mons. Romero


(RV).-  El jesuita Guillermo Ortiz de Radio Vaticano, acompañó al grupo de salvadoreños llegados a Roma para el encuentro del viernes 30 de octubre con el Papa Francisco para agradecerle por la reciente beatificación de monseñor Óscar Arnulfo Romero.
Escuchemos los testimonios del P. Rafael Urrutia, Postulador de la Causa y de Mons. Jesús Delgado, secretario de Mons. Romero. Audio aquí
El jesuita Rodolfo Cardenal de la Comisión para la Causa de Rutilio Grande. Escucharlo aquí
Y el sacerdote Leopoldo Sosa, audio aquí

Romero es mártir en el momento de su asesinato, antes por la persecución y después por la calumnia, afirmó el Papa


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
Escuchar audio aquí

“Los trae a Roma la alegría por el reconocimiento como beato de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, Pastor bueno, lleno de amor de Dios y cercano a sus hermanos que, viviendo el dinamismo de las bienaventuranzas, llegó hasta la entrega de su vida de manera violenta, mientras celebraba la Eucaristía…”, dijo Francisco cuando recibió 500 peregrinos de El Salvador que vinieron a Roma para agradecer la beatificación de Mons. Romero el 30 de octubre de 2015.
Después de referirse al martirio de Romero y a los mártires actuales en zonas de persecución de los cristianos, el Sucesor de Pedro dijo dejando el papel:    “Quisiera añadir … que el martirio de monseñor Romero no fue puntual en el momento de su muerte, fue un martirio, testimonio de sufrimiento anterior: persecución anterior hasta su muerte. Pero también posterior porque una vez muerto -yo era sacerdote joven y fue testigo de eso- una vez muerto fue difamado, calumniado, ensuciado. Su martirió se continuó incluso por hermanos suyos en el sacerdocio y en el episcopado. “No hablo de oídas –dijo-, he escuchado esas cosas, ó sea que es lindo verlo también así, un hombre que sigue siendo mártir, bueno ahora ya creo que casi ninguno se atreva, pero que después de haber dado su vida siguió dándola dejándose azotar por todas esas incomprensiones y calumnias. Eso da fuerza, solo Dios sabe, solo Dios sabe las historias de las personas y cuántas veces a personas que ya han dado su vida o han muerto se les sigue lapidando con la piedra más dura que existe en el mundo: la lengua.
Radio Vaticano

¿Hacia dónde nos marca el rumbo el Espíritu Santo?


II Congreso Continental de Teología de Amerindia


La silenciosa muerte "gota a gota" de los inocentes, de los pobres y de las víctimas


(Raúl Juárez, enviado especial a Belo Horizonte).- Ya nuestro amigo y colega Luis Miguel Modino, enviado especial a Belo Horizonte por RD ha cubierto el II Congreso Continental  de modo excelente.
Coberturas similares pueden encontrarse tanto en la página propia de Amerindia Continental y en otras páginas similares y seguro este evento va a provocar una onda expansiva.
Por lo tanto voy a centrarme en contarles lo que para mí, como participante y nuevo miembro de Amerindia Argentina he podido ir recogiendo.
Un congreso de este tipo, que pretende unir fe y vida, con personas marcadas por una praxis, muchas veces dolorosamente llevada a cabo, con una iglesia surcada por la lucha hasta el martirio, y sobre todo por lasilenciosa muerte "gota a gota" de los inocentes, de los pobres y de las víctimasen su no-vida cotidiana, no se puede reducir a los grandes ponencias magistrales. La vida se quiere escurrir elusiva del papel. Por eso pretendo compartir algunas cosas de lo que me yo me llevo para la vida.
Antes de continuar, tal vez sea bueno recordar a los lectores que Amerindia es un colectivo de teólogos y teólogas, que asesoró de muchas maneras a la Iglesia Latinoamericana y a otras iglesias locales y continentales, y que es protagonista, sujeto importante en la recepción creativa del Concilio Vaticano II.
Tuvo participación decisiva, a través de peritos, obispos delegados y por otros medios en las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano (la página oficial de Amerindia Continental dice "Amerindia tuvo su origen en 1978 con motivo de la preparación de la Conferencia de Puebla, como un grupo de teólogos asesores de los Obispos. Ese mismo grupo realizó un trabajo parecido en la Conferencia de Santo Domingo en 1992 y en el Sínodo de Roma en 1997. Después de este Sínodo, Amerindia se transformó en una red más amplia de Obispos, teólogos/as, comunicadores/as, educadores/as, cientistas sociales, religiosos/as y laicos/as comprometidos con la Iglesia y con los nuevos movimientos y actividades sociales.
Desde el inicio nos propusimos ser fieles a nuestra tradición eclesial y ser fieles al "método ver, juzgar, actuar... y soñar"...
Verdaderamente tuvimos que otear mucho para descubrir los grandes signos que marcan nuestro tiempo, tanto dentro como fuera de la Iglesia. Y aún queda mucho por hacer en esto.
Comenzó Leonardo Boff aportando sobre el "El factor religioso en el contexto de la conflictividad global" .Ya sabemos que existen varios tipos de violencias. Con tono profético, partió de una descripción de los diversos fundamentalismos, desnudando algunos de ellos muy velados, hasta llegar a determinar cómo esta pretendida hegemonía en la posesión de la verdad puede llegar al punto de la intolerancia y hasta al uso de la violencia tentado amordazar por el temor los pensamientos divergentes.
Un punto sobresaliente, Boff reconoce que nuestra humanidad con su estilo de vida fuedestruyendo el "sistema vida" en todo el planeta, y cómo con esto ella va empujando el todo hacia una gran crisis mayor, no sólo humanitaria sino mayor aún, la cual terminará resolviéndose con lo que Leonardo mismo llamó de "capital espiritual".
Es decir, que al juego de fuerzas internas a nuestra sociedad y cultura actuales, va a ser difícil ser superado, pues no hay signos de reacción frente al extremo al que ha llegado. Sin embargo, luego de una gran crisis, que como sabemos en tu raíz etimológica tiene el sentido de criba, de superación y de renovación, lo que pueda probablemente salvar a la humanidad, y a nuestro mundo, sea justamente ese Capital Espiritual. Concluyó citando para expresar de modo más gráfico el profundo vínculo que une a la humanidad con la tierra, al gran folklorista, poeta, cantautor Atahualpa Yupanki, quien supo cantar "EL Hombre es Tierra Que Anda". Esto preanuncia alguna próxima entrega de Leonardo, alguna publicación ampliando en qué consistiría este "Capital Espiritual".
Juan Luis Hernández, politólogo mexicano, fundador y director de la Catedra Latinoamericana Ignacio Ellacurría, hizo un somero pero profundo análisis de la realidad latinoamericana en contexto global. Las estadísticas lanzan elementos significativos. Hay signos definitivamente positivos, esperanzadores y otros no, y otros tantos ambiguos, o mejor aún, paradójicos. Por ejemplo en América Latina hay menos pobreza, pero mayor desigualdad, llegamos a la conquista de la democracia pero tenemos "estados fallidos".Conviven el hambre y la obesidad morbosa que pone en jaque los sistemas de salud pública y las economías nacionales. Una pregunta angustiante, dado que somos una región muy rica en recursos, pero paradojalmente, las grandes capitales irán teniendo graves problemas de agua, primeros síntomas de esto están teniendo ya las megápolis de los Angeles, y la húmeda y verde São Paulo, que están racionando el consumo de agua a sus pobladores. Esto nos hace plantear
¿Quién controlará el agua y los alimentos hacia el 2030? Otra marca importante a mi parecer es la gran movilidad humana, que va produciendo muchas trasformaciones culturales junto al avance tecnológico de los medios de comunicación. Existe una gran pluralidad, una paulatina revolución de la mentalidad, por lo que Hernández propone decididamente, una "mística de la articulación".
Al analizar la realidad eclesial actual, Cecilia Tovar de Perú, fue repasando los grandes pilares heredados del Concilio Vaticano II, enmarcando que es conocido que después de cada Concilio Ecuménico hubo períodos postconciliares marcados por tensiones y desencuentros por lo menos por un lapso de 50 años posteriores, y que por lo tanto estaríamos según este presupuesto llegando a una etapa de síntesis y diálogo.
El testimonio de Juan Hernández Pico, jesuita y testigo directo, conocedor de primera mano del martirio de Ellacurría y los jesuitas de la UCA de El Salvador, al traspasarnos los detalles vivos de los acontecimientos del martirio de los jesuitas, nos trajo a la memoria la riqueza martirial con la que ha sido marcada nuestra búsqueda del seguimiento de Jesús, aquí y todos estos ya 50 años posteriores al Concilio hasta hoy. No se menciona suficientemente que además hay otros muchos sacerdotes diocesanos que fueron asesinados en El Salvador por la misma causa, y nuna denunciaremos suficientemente los otros miles de miles laicos y laicas, creyentes o creyentes o no, cruelmente masacrados por la misma causa del reiono de Dios. Nosotros hoy somos herederos de esta viva tradición. Ni la sangre de Jesús ni la de todos nuestros mártires ha sido derramada en vano.
MI conclusión parcial de este primer "ver desde la fe": estamos a la puerta de un gran conflicto, la violencia en nuestras ciudades ha ido en aumento, fruto en gran parte de la desigualdad imperante en nuestra sociedad y de la insatisfacción vital del tipo de vida que se lleva en nuestras sociedades. Los recursos básicos irreversiblemente van a ser escasos en poco tiempo. Los estados no van a ser capaces de satisfacer los derechos básicos de sus miembros. Y la Iglesia, principalmente en su jerarquía eclesiástica, no da signos de superar su autoreferencia, es decir, aún no da signos de superar sus conflictos hacia adentro y continúa sin responder a la pregunta sobre su propia identidad. Así, cabe preguntarnos ¿Hacia dónde nos marca el rumbo entonces el Espíritu Santo?
Este es la primera entrega, continuaré y concluiré en la próxima entrega. Esta segunda parte nos lleva a los principales criterios teológicos que inspirarán futuras praxis y reacciones teológicas.
RD

Frei Betto: Un fraile de traje y corbata por Román Espada sj


"Gracias por traernos a Paulo Freire"

"Gracias por habernos regalado una esperanzada y esperanzadora oración doctoral"


(Román Espadas sj).- Dice un sabio refrán que el hábito no hace al monje. Así lo demostró el también sabio fraile dominico Carlos Alberto Libanio Cristo, popular y afectuosamente conocido como Frei Betto, cuando el 12 de octubre recibió, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, su merecido Doctorado Honoris Causa en Filosofía, vestido de impecable traje azul y elegante corbata roja, su hábito académico en ese solemne momento.

En primera fila, estaban sus hermanos de orden dominica, vestidos también impecablemente con el blanco de su tradicional hábito dominico.
Hacía 173 años (1842-2015) que las autoridades españolas habían expulsado a los dominicos de su universidad habanera por enseñar a los cubanos a pensar libremente.

Betto, en su discurso de aceptación de su doctorado, con su singular maestría comunicativa, hizo posible el diálogo creativo y constructivo entre la tomista universidad dominica de ayer, la secular Universidad de La Habana de hoy, los dominicos del Vaticano II y el posmoderno público asistente, entre los que me encontraba yo, jesuita de Laudato Si, vestido con la tradicional guayabera blanca cubana, mi hábito cultural.

Lo primero que hizo Betto fue contarnos lo esencial y lo fundante de aquella historia de 114 años (1728-1842) durante los cuales, los dominicos dialogaron con la cultura cubana de entonces y colaboraron a la formación del pensamiento y de la acción de muchos y muy excelentes cubanos; entre ellos nuestro emancipador P. Félix Varela, cuyas sagradas cenizas estaban allí, aprobando, desde la urna que reverentemente las cuida en aquella Aula Magna, las sabias e inspiradoras palabras del fraile dominico de hoy, pedagogo freireano de camioneros brasileños, promotor social de personas reales en las favelas brasileñas y activo concretizador de la teología latinoamericana de la liberación socioecológica.

El diálogo de esa tarde en la colina universitaria continuaba, según Betto, el diálogo de Tomás de Aquino con Aristóteles, el de Gustavo Gutiérrez con Carlos Marx y el de tantos otros y otras que han hecho del diálogo la manera digna y certera de descubrir la verdad, la bondad y la belleza de nuestra vida humana y de nuestra familiar casa común: nuestra madre Tierra.

A Tomás de Aquino el diálogo con Aristóteles le facilitó construir sólidamente la esplendorosa catedral gótica de su pensamiento teológico; Marx le facilitó al P. Gustavo Gutiérrez valiosos elementos de su análisis de la realidad socioeconómica en la elaboración dialogada de su magistral teología de la liberación.

En sus palabras, Betto nos recordó, de manera cercana y fraterna, a otro gran dialogante mundial, latinoamericano y brasileño, Doctor Honoris Causa por la Universidad de La Habana como él, a Paulo Freire, maestro de Betto y de muchos y muchas de los que allí estábamos.

El Paulo Freire que solía afirmar que su amistad con Jesús de Nazaret no le impedía dialogar con Marx en el interior de las favelas brasileñas.

Betto nos compartió que en sus treinta y cinco años de amistad con Cuba, lo mejor que él nos había traído era a Paulo Freire y su educación popular, impregnada toda ella de una abarcadora, profunda y esperanzadora propuesta político-pedagógica.
Escuchando esas palabras de Betto, y seguramente que agradeciéndolas, estaban dos prominentes creadores de todo lo bueno que allí nos reunía: el Dr. Carlos de Jesús Delgado Díaz, Decano de la Facultad de Filosofía e Historia que propuso a Betto para el Doctorado, y el Dr. Fernando Martínez Heredia, Premio Nacional de Ciencias Sociales y autor del elogio académico de Betto.
En 2014, durante la Feria Internacional del Libro, Carlos Delgado dialogó con Nita Freire, la viuda de Paulo, sobre Paulo y su propuesta educativa, y el resultado fue un espléndido video pedagógico titulado Entendiendo a Paulo Freire que deseamos ilumine la presencia de Paulo Freire durante la ya cercana Feria Internacional del Libro 2016 de Cuba.
Ahora, Carlos está logrando que Paulo entre de nuevo por la puerta grande de la Universidad, mediante la creación de la Cátedra Paulo Freire.
En 1987, Fernando y su esposa Esther Pérez recibieron a Paulo en su casa. Esther compró el jamón. Paulo lo cocinó y dialogaron. El resultado fue la excelente y única entrevista hecha a Paulo Freire por cubanos.
Hace unos cinco años que Esther, Fernando y Betto dialogaron un buen rato sobre Paulo Freire y su propuesta. Ese diálogo se convirtió en el video pedagógico: Paulo Freire: Educador político-pedagógico.
En ese video revolotea constantemente La mosca azul (Reflexiones sobre el poder) de Betto y traducido al español por Esther.
Les resultará interesante y provechoso ver el video y leer La mosca azul.
Gracias, Betto, por habernos traído a Paulo Freire en la buena compañía de su educación popular que tanto enriquece nuestra visión y práctica pedagógica.
Gracias, Betto, por haber hecho posible que en tu tarde doctoral, los dominicos, a través de tu palabra inspirada, hayan podido continuar su meritoria labor histórica de enseñarnos a pensar libremente, vestidos esta vez de traje y corbata.
Gracias, Betto, por habernos mirado, desde tu podio doctoral, con afecto y amistad y por habernos regalado una esperanzada y esperanzadora oración doctoral que terminó con una creyente bendición cristiana, llena de buenos deseos, para los presentes, para toda la Universidad y para toda Cuba.
Betto, ojala que durante la Feria del Libro, Nita Freire, tú y el Dr. Carlos Delgado nos regalen la lección inaugural de la Cátedra Paulo Freire.
RD

Thursday, October 29, 2015

Gustavo Gutiérrez: “¿Cómo decirle al pobre que Dios le ama?” por Luis Miguel Modino


Uno de los desafíos de la reflexión teológica es hacer una lectura de la realidad desde el Espíritu sin caer en espiritualismos. El II Congreso Continental de Teología, organizado por Amerindia, partiendo del tema “Iglesia que camina con el Espíritu y desde los pobres”, está pretendiendo llevar a cabo esta tarea, no siempre fácil, pero de la que depende que la Vida pueda estar presente en el día a día de la Iglesia.
De hecho, como señalaba el teólogo brasileño Marcelo Barros en su intervención, en la que hizo una reflexión sobre “La multiforme experiencia del Espíritu en el contexto social, cultural y eclesial latinoamericano”, vivir desde el Espíritu nos lleva contemplar la acción de Dios a partir de una actitud de fe y confianza que ni siempre es fácil. Él hace una llamada a, como cristianos, apoyar y testimoniar la acción del Espíritu en los movimientos sociales, en los grupos y comunidades de los que cada uno forma parte, pues, como decía José Comblin, “todo acto de amor es un acto del Espíritu”. Marcelo Barros, desde su implicación en la vida de las CEBs (Comunidades Eclesiales de Base), muestra que esta forma de ser Iglesia permite oír lo que Espíritu dice hoy a las Iglesias y al mundo.
Pero el Espíritu no es una invención cristiana, sino que surge desde siempre en la tradición de los diferentes pueblos y culturas y aparece claramente en la Biblia. Carlos Mesters, una de la vacas sagradas de la teología bíblica latinoamericana y que a través de lalectura popular de la Biblia ha ayudado a mucha gente a entender e identificarse un poco más del Libro Sagrado, hace ver que el Espíritu aparece en el Antiguo Testamento comofuerza que da vida a la propia obra creadora y acompaña la vida del Pueblo de Dios a lo largo de la historia, como energía y soplo creador que comunica vida, como un ímpetu que pueda llevar a hacer cosas extraordinarias, como sabiduría que ayuda a discernir, como capacidad de guiar y conducir el Pueblo.
El Espíritu tiene una triple meta en la vida del Pueblo de Israel, en opinión de Francisco Orofino. En la Creación el Espíritu tiene como gran meta sostener el equilibrio, la harmonía entre polos antagónicos, siendo el Espíritu de Dios quien mantiene la creación en las diferentes estaciones. Es el Espíritu quien da la respuesta a través de la Palabra, pues la voz humana es la respuesta al soplo de vida, ya que Dios es fiel al grito que sale del pobre pidiendo vida y justicia y genera vida para responder a ese grito. Al fin y al cabo, en opinión de Orofino, cualquier manifestación cultural en defensa de la vida viene de Dios.
Ese Espíritu, que acompaña al Pueblo de Israel, también se hace presente en la vida de Jesús, de los discípulos y de las primeras comunidades. Solange do Carmo, biblista brasileña y especialista en la dimensión catequética, afirmaba que la acción de Jesús parte de una experiencia del Espíritu, a la que siempre vuelve, lo que aparece claramente a lo largo del Evangelio de Lucas. De hecho, en su opinión, quien hace la experiencia del Espíritu no necesita nada más y, por eso, no se puede entender la vida de Jesús y los discípulos sin la fuerza del Espíritu. Esta experiencia del Espíritu debe conducir la praxis pastoral y la reflexión teológica.
En lo que respecta a esa presencia del Espíritu en las primeras comunidades y centrándose en la experiencia de las comunidades paulinas, Eduardo de la Serna, resaltaba que el Espíritu da al cristiano la misma intimidad con Dios que tuvo Cristo, dejando claro que el Espíritu no apunta a sí mismo, sino al propio Cristo. El teólogo argentino pone de manifiesto que Pablo universaliza la posesión del Espíritu, que deja de ser un don que sólo poseen algunos, pues no hay nadie sin Espíritu, aunque algunos quieran manipularlo.
Cabe destacar, en esta altura, la visita que ha hecho al Congreso Monseñor José María Pires, padre de la Teología Afro-brasileña, que a sus 96 años es uno de los pocos padres conciliares vivos. El arzobispo emérito de Paraiba, señalaba que este Congreso es un momento que lleva a recordar el Vaticano II, en el que se quiso construir una Iglesia más participativa. Desde ahí afirma que la teología no es cosa de los grandes teólogos, es cosa de la vida y de la gente simple, que reflexiona a partir del sensus fidei, del que habla el Papa Francisco. Debemos continuar nuestra “caminhada”, de la que participan todos, no sólo quienes estudiaron muchos, sino también aquellos que vivieron mucho y quienes sufrieron mucho, y desde ahí juntar todo para poder realizar con mucho entusiasmo y cariño aquello que en este mundo es el Reino de Dios.
La neumatología parte de la realidad y el Congreso, con la ayuda de Víctor Codina, ha reflexionado sobre este aspecto, partiendo de la experiencia de América Latina y el Caribe. La tesis que el teólogo jesuita defiende es que el Espíritu del Señor actúa desde abajo, considerado como un lugar teológico, pues el Señor quiere revertir la historia desde los últimos. En su análisis histórico remarca que la teología del Espíritu es una asignatura pendiente en la vida de la Iglesia Católica, hasta el punto de que las Iglesias Orientales la acusan de cristomonista. Esta falta del Espíritu, que también estuvo presente en la Teología de la Liberación hasta la década de 90, hizo que éste fuese sustituido por lo que Congar llama sucedáneos (María, la Eucaristía y el Papa).
Codina defiende que el criterio para saber si algo es del Espíritu es confrontarlo con Jesús de Nazaret y su proyecto del Reino. Partiendo de su tesis inicial, la elección de Francisco, un Papa llegado del fin del mundo, y su forma de actuar, es una prueba más de que realmente el Espíritu actúa desde abajo, desde los últimos, desde las periferias.
Para encerrar la jornada con broche de oro, el auditorio se ha llenado para escuchar las sabias palabras de quien ha sido llamado padre de la Teología de la Liberación, Gustavo Gutierrez, quien ha disertado sobre “El Espíritu y la autoridad de los pobres”.
En su reflexión, partía de la idea de que “no podemos acostumbrarnos a que todavía exista esta horrorosa pobreza en nuestro continente, en nuestros pueblos”, haciendo una llamada a permanecer en la inconformidad.
A partir de este hecho ha desarrollado su ponencia a partir de tres elementos: vivir según el Espíritu, la cuestión de los pobres de espíritu y salir en busca de los pobres de Jesucristo. Es el Espíritu quien ayuda a llevar a cabo el discernimiento de los signos de los tiempos y lleva a asumir el seguimiento.
La primera bienaventuranza del evangelista Mateo, nos lleva, en opinión de Gustavo Gutiérrez, a poner la vida en las manos de Dios, a ser discípulos, testigos, mártires. Desde ahí se entiende la salida en busca de los pobres de Jesucristo, pues donde está el pobre, está Dios, está la justicia, a pesar de que, como resalta la Teología de la Liberación, el pobre es el insignificante, el no persona, el que no tiene derecho a tener derechos. En la Biblia el pobre es el que no cuenta, o en palabras de Eduardo Galeano los pobres son “los nadies, los ningunos, los ninguneados”.
El padre de la Teología de la Liberación sostiene que la pobreza es algo que está contra la vida, es muerte temprana e injusta, muerte física y cultural, y citando al ex-general de la Compañía de Jesús, Peter Hans Kolvenbach, dice que “la pobreza en el mundo es un fracaso de la creación”.
A partir de la parábola del samaritano resalta que sólo tenemos prójimo si nos “aprojimamos”, pues nos hacemos prójimos por reciprocidad, porque salimos de nuestro camino. Desde ahí señala que la opción preferencial por los pobres lleva a hacer realidad que los pobres sean sujetos de su destino, que tomen las riendas de su vida.
Como señala el capítulo 5 de Gálatas somos liberados por el Señor para servir. Desde ahí debemos descubrir que poner todo en las manos de Dios es liberarse. Gustavo encerraba su intervención con una pregunta abierta ¿Cómo decirle al pobre que Dios le ama?, y con la afirmación de que el grito del pobre debe estar presente en nuestras vidas.

Luis Miguel Modino
Misionero en Brasil