Tuesday, October 20, 2015

El Sínodo tiene final abierto, incluso en los temas delicados


En entrevista el obispo uruguayo Jaime Fuentes asegura que uno de los desafíos a corto plazo en la Iglesia será definir cómo llevar a cabo de manera concreta la descentralización que quiere el Papa Francisco

ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZCIUDAD DEL VATICANO


Un Sínodo de final abierto. Incluso en los temas más delicados, como los divorciados vueltos a casar y la propuesta del “camino penitencial” para que estos puedan acceder a la comunión. “Es un tema muy serio, que no se puede decidir sólo por sentimentalismos”, advirtió el obispo de Minas en Uruguay, Jaime Fuentes. En entrevista habló del ambiente en el Sínodo, que concluirá el próximo domingo, y de los desafíos concretos que impone la descentralización querida por el Papa.


¿Cómo es el clima dentro del Sínodo?


Es un clima de mucha confianza en el espíritu santo y de mucha sinceridad entre nosotros, como pidió el Papa Francisco. Tratando de escuchar y tratando de hablar.


Se habla de contrastes y diferencias internas, ¿existen?


Lógico, sí, es verdad. Hay contrastes de opiniones pero entiendo que, como el Papa también ha subrayado, estamos de acuerdo en los puntos clave acerca de lo que es el matrimonio, la unión entre un hombre y una mujer, la apertura a los hijos y todo lo relacionado con los ataques a la familia por parte de la ideología de género traducida en legislaciones y en actitudes oficiales que van contra la familia. Eso es un ataque sobre el cual hay que defenderse y al mismo tiempo anunciar la verdadera belleza sobre la familia y el evangelio.


¿Afuera del Sínodo existe una percepción equilibrada de estas diferencias?


Pienso que algo muy periodístico, que vende mucho, es el presentar a progresistas contra conservadores, buenos y malos. Pero la realidad no es así en absoluto. El Papa fue muy claro sobre cómo debe ser el camino de la Iglesia en su discurso por el 50 aniversario de la institución del Sínodo. Cuando él habla del camino sinodal establece que cada uno asuma su responsabilidad y que existen problemas que se deben solucionar en la propia casa, sin estar esperando que el Papa diga la última palabra o que tenga palabra para todo. Eso implica mucho estudio y contar con el personal adecuado para poder trabajar serenamente, en el caso de Uruguay es un tema difícil porque faltan vocaciones y hay cosas que necesariamente son propias de los sacerdotes.


Son los desafíos de la descentralización de la Iglesia, que ha pedido el Papa…


¿Cómo se podrá eso llevar a la práctica? Qué nos ayude la divina providencia, el espíritu santo porque no es fácil. Allí es donde estamos con un signo de gran interrogación, cómo se podrá concretar. Todos queremos asumir nuestra responsabilidad pero existen problemas como la realidad pastoral de la Iglesia, falta de sacerdotes. Esto nos impide tener grandes curias, porque hoy por hoy no tenemos ni secretaria. Pretender otra cosa es casi imposible, veremos.

El Papa quiere la descentralización en la práctica y desde el punto de vista teológico la “sinodalidad”, el caminar juntos. Al mismo tiempo subrayó que todos van con Pedro y bajo Pedro, a eso no se puede renunciar. Tampoco es que cada obispo haga lo que le parezca, porque debe haber la unidad que es esencial en la Iglesia.


¿Existe temor que se pierda la unidad por la descentralización?

Puede ser que uno sea un obispo más abierto, otro más cerrado, pero habrá que confiar en que tendremos el sentido sobrenatural y común necesarios para evitar esas cosas.

La situación de los divorciados vueltos a casar es un tema polémico del Sínodo, ¿cómo se ha tocado el tema?

Las intervenciones en el aula sinodal por parte de obispos y cardenales que tienen una preparación profunda, como puede ser Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos, consideran que el “camino penitencial” -propuesto como una de las formas para que los divorciados puedan acceder a la comunión-, podría vaciar de sentido la eucaristía. Ahí hay que tener mucho cuidado. Por eso se ha propuesto que exista una comisión que estudie profundamente este tema.

¿Hay consenso sobre la comisión?

Un padre sinodal lo propuso, pero por ahora no se sabe si existe consenso. Se deberá votar. Otro tema que me llama la atención cómo la cultura del sentimiento se trasluce, se deja ver, en forma de aplausos cuando hay intervenciones que van mucho al corazón. 

¿Se refiere a la historia del niño mexicano?

No puedo decir que no me conmovió, tengo corazón, pero me doy cuenta que por una anécdota de un niño no se puede decir que la Iglesia debe cambiar. Por más que aparezca en los grandes medios, no tiene profundidad. Estamos tratando un tema muy serio. Tenemos que tratar de usar el corazón, pero la cabeza manda, y la fe.

¿El debate puede ir más allá de los sentimental?

Hemos trabajado en los “círculos menores” y se espera la entrega del documento final para su evaluación el jueves y que se vote el sábado. Por ahora el Sínodo tiene un final abierto.

Otro debate presente en el Sínodo es la relación entre misericordia y la verdad. ¿Cómo armonizar ambos aspectos?

La Iglesia tiene un fundamento real en Jesucristo y dos mil años de historia. Hay cosas que se pueden cambiar y otras que no se pueden tocar, y esas debemos tener bien claras sin dejarse llevar. Una cosa es el “sensus fidei”, el sentido de la fe del pueblo del cual el Papa habló, y otra cosa es la opinión pública. Son dos cosas que no tienen nada que ver. Si la opinión pública va en una dirección, la Iglesia no debe adaptarse a ello sino que trata de ser luz, sal, iluminar nuestro tiempo.

Cuando los parámetros sobre el matrimonio y la familia están muy devaluados, no se trata que la Iglesia adapte su discurso sino que ilumine con su belleza cuál es el plan creador de Dios. A mi me encantaría que del Sínodo saliese una voz de apoyo a quienes se preparan al matrimonio, para que formen su familia, tengan hijos, se dejen llevar por la gracia de Dios y que esta les ayudará en su camino de fidelidad al evangelio. Espero que se haga.

Vatican insider

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