Estampas de vida vaticana en tiempos de Papa Bergoglio
GIACOMO GALEAZZICIUDAD DEL VATICANO
«Debemos ser normales», afirmó programáticamente Papa Francisco durante el vuelo de regreso de la JMJ de Río de Janeiro. Ejemplos de cotidianidad. Caminando hacia Santa Marta, el Papa se cruza con un gendarme. Revelador intercambio de frases: «Se me olvidó el carnet, ¿puede dejarme pasar?», bromea Francisco. Y el gendarme, con el mismo tono, responde: «Solo por esta vez, creo que ya le he visto por aquí». En Santa Marta, Francisco habla con un grupo de obispos y sacerdotes. Entre ellos está el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, que acababa de ser nombrado Presidente de la Caritas Internationalis y miembro de la Federación Bíblica Católica (y de muchas otras asociaciones y organismos). «¿Cómo le haces con todos los encargos que tienes? ¿Cuántos obispos auxiliares tienes?», le pregunta Francisco. «Uno y medio, en el sentido de que uno está fijo en Manila mientras que el otro se ocupa también de otra diócesis», responde Tagle. Y el Papa: «Manila es grande, necesitarían por lo menos cinco obispos auxiliares». Tagle se voltea hacia los sacerdotes y obispos que están escuchando la conversación: «¿Alguien quiere ir a Filipinas?».
El mismo día, durante el almuerzo, un obispo italiano quiso agradecer al Pontífice por haberlo nombrado padre sinodal. El Papa le extiende la mano y le dice: «Sabes, a veces hasta el Papa se equivoca». Relámpagos de ironía y de vida compartida.
Una normalidad e informalidad en las relaciones plásticamente representada por el abrigo blanco del Papa colgado todas las mañanas en medio de todos los demás abrigos en el guardarropa del aula del Sínodo. «Este estilo coloquial y de cercanía es una gran ayuda en el gobierno de la Iglesia -explicó a Vatican Insider el historiador del cristianismo Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de Sant’Egidio. Es lo que sucede en las casas de los jesuitas en donde el propósito general es uno entre los demás, se forma en la fila con los demás y come en el refertorio con todos. Francisco ha trasladado la misma actitud al Vaticano». Esto constituye, observó Riccardi, «el fin de un estilo monárquico y de la corte pontificia». De hecho, durante los siglos «la cultura monárquica de la autoridad ha permeado el Pontificado». Francisco comienza una nueva página en relación con los estilos y los enfoques. «Esto no significa disminución de la autoridad, sino que la hace más creíble», destacó Riccardi.
Es una proximidad que «sorprende positivamente en un Papa -subrayó el obispo Ambrogio Spreafico, Presidente de la Comisión de la Conferencia Episcopal Italiana para la Evangelización de los Pueblos y la Cooperación entre las iglesias. La forma en la que se relaciona Francisco configura una manera de comunicar calurosa, espontánea, inmediata. Un relacionarse que sorprende y acerca. Y un ejemplo de episcopado porque la gente necesita pastores que sepan advertir la necesidad, estar cerca, dar una caricia». Además, la sencillez y la cercanía «son valores evangélicos y modelos pastorales», puntualizó el religioso. «También de esta manera, el Obispo de Roma nos indica cómo vivir nuestra responsabilidad», sostiene monseñor Spreafico. «Los fieles no se esperan de los pastores solamente palabras de sabiduría y verdad, sino también un estilo franco y sincero como el de Francisco».
Vatican Insider
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