Monday, October 26, 2015

Reflexiones sobre el sínodo de la familia de una mujer inconformista por GEMMA ORTIZ MORENO Rama Secular SSCC, Madrid.


Vivimos tiempos de cambio en la Iglesia. Así al menos se percibe desde mi ventana. Un papa ha llegado haciendo y diciendo cosas que me ilusionan. Un papa sin zapatos rojos, con cruz de plata. Palabras en su boca como “pobreza” suenan de otra manera, dignificando al que la sufre. Invitando a conectar con la naturaleza, la creación y la ecología, ensalzando la figura de las mujeres, llorando por los muertos en el Mediterráneo…

No sé, es un Papa que mola, que me engancha con su mensaje actual.

Ese papa del siglo XXI convoca el Sínodo de la Familia. Lleno de obispos, los famosos padres sinodales. Y también invita a participar a otros, entre los que se incluye a Javier Alvarez-Ossorio, nuestro Superior General. Otra cosa que mola, ¿ves?

Javier es un hombre cercano y altísimo. Nos ha acompañado varias veces, nos ha visitado y hemos podido charlar con él. Algún café recuerdo en El Escorial. Un hombre sensato, en mi opinión. Y también humano y divertido.
Javier nos pidió que respondiéramos a la pregunta: ¿Qué creéis que la Iglesia debería hacer o decir en este momento para ayudar a las familias a vivir la alegría del Evangelio? Es para el Sínodo, nos dijo.
Trabajemos, pues. En abril, en reunión comunitaria, nos sentamos a discernir y charlar sobre esta pregunta. De ese encuentro salen varias ideas, cuestiones y razonamientos interesantes. Y salen también nombres de personas y situaciones vitales que nos hacen acercarnos a las distintas realidades.

Y yo me acuerdo de mi amiga X, cuyo marido la abandonó con 26 años y tres hijos pequeños. Divorciada y dogmática, no comulgó durante años. La persona que conozco que más reza, con más fe, con más emoción. Y también de mi amigo Y, homosexual inconfeso, que va a misa los domingos con su pareja. Y de Z, madre soltera de dos bellezas etíopes… (Basado en hechos reales).

Y como en mi cabeza, imagino que en las de toda la comunidad. Gente que conoces en el trabajo, vecinos, un primo lejano, una amiga de la infancia… Gente que cree en Dios y en el mensaje del Evangelio, y que quiere compartirlo en comunidad y hacer de eso el motor de su vida.

Familias distintas al modelo de familia tradicional. Y como la mía propia, pienso. La de origen, en la que cada uno ha ido por distintos derroteros, o la que he formado con un marido ateo.
¿Por qué no han caído en esto los padres sinodales? ¿Por qué definir la familia como un ente encorsetado en no sé qué parámetros? ¿Por qué mirar con gafas de los años 60 un Ipad?
Es necesario leer entre las líneas divergentes para descubrir que Dios se muestra en los lugares más insospechados, incluso en las familias que no parecen sólo familias, sino núcleos de convivencia donde dejar florecer el amor del Padre. Y nada más importa.
Gracias, Javier, por preguntarnos. Y gracias por tu intervención humilde y preciosa. Me enorgullece pertenecer a esta congregación.
Sólo me queda hacer una sugerencia, por si esto lo lee alguien influyente. ¿Para cuándo madres sinodales? ¿Para cuándo la inclusión de las mujeres de manera equitativa? ¿Por qué no contemplar la compatibilidad de ser feminista y creyente?
Ahí lo dejo.

GEMMA ORTIZ MORENORama Secular SSCC, Madrid.
SS.CC.

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