Monday, February 20, 2012

Meditando con los santos y beatos del día: BEATOS FRANCISCO Y JACINTA MARTO


Hoy, 20 de febrero, la iglesia celebra la fiesta de los BEATOS FRANCISCO y JACINTA MARTO, en el aniversario de la muerte de Jacinta acaecida en un día como hoy del año 1920 en el hospital de Lisboa, en Portugal, a la edad de diez años. Oriundos del pequeño pueblo de Aljustrel, cerca de Fátima, en Portugal, (Francisco en 1919 y Jacinta en 1920), fueron ambos, junto con su prima Lucía, videntes privilegiados de la Virgen María en la Cova de Iría en Fátima. Francisco falleció el 04 de abril de 1919 en Aljustrel cuando aún no tenía 11 años. Juan Pablo II, en una visita especial que realizó al lugar de las apariciones el 13 de mayo del 2000, les declaró beatos, siguiendo un deseo expresado por muchos obispos y fieles de todo el mundo. Sus reliquias se veneran en el mismo santuario de Fátima. Unidos, pues, a los niños que profesan una tierna devoción a la reina del cielo, y a cuantos veneran a Nuestra Señora de Fátima, brindemos nuestro aplauso sincero a los Beatos Jacinta y Francisco.
Meditación

QUERIDOS JACINTA Y FRANCISCO: Los vemos tan pequeños que nos parece mentira que ya sean beatos. De sus vidas poco habría que decir ya que con solo 9 y 10 años se fueron a gozar de Dios y de la Virgen María en el cielo. Pero en ese poquísimo tiempo tantas maravillas lograron hacer. Tu, Francisco, eras el contemplativo y el que más se distinguió por su amor reparador a Jesús Eucaristía. La visión del ngel y de la Madre de Dios hicieron de ti un consolador de Dios. "Yo prefiero consolar al Señor, le dijiste un día a Lucía, ¿No viste que triste estaba la Virgen cuando nos dijo que Jesús estaba tan ofendido? Y poco antes de morir, decía: "Pronto voy a estar en el cielo, y cuando llegue, voy a consolar mucho a Nuestro Señor y a Nuestra Señora". Y eso es lo que estarás haciendo ahora. Tu, pequeña Jacinta, te distinguiste por tener una sed insaciable para salvar a las pobres almas del peligro del infierno. Viviste orando y sufriendo por la salvación de esas almas, demostrando un gran espíritu misionero. Al mismo tiempo, nada te atraía más que pasar tiempo ante Jesús Eucarístico. "Cuanto amo el estar aquí - decías- es tanto lo que le tengo que decir a Jesús!" Poco antes de morir la Virgen se te apareció nuevamente varias veces, y a tu madrina le pediste que anotara lo que ella te había comunicado: "Los pecados que más almas llevan al infierno son los de la carne. Las guerras son consecuencia del pecado del mundo. Es preciso hacer penitencia para que se detengan las guerras. No hablen mal de nadie y huyan del que habla mal. Tengan mucha paciencia, porque la paciencia nos lleva al cielo."

Radio Vaticana

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