Texto del Evangelio (Lc 11,14-23): En aquel tiempo, Jesús estaba expulsando un demonio que era mudo; sucedió que, cuando salió el demonio, rompió a hablar el mudo, y las gentes se admiraron. Pero algunos de ellos dijeron: «Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios». Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo. Pero Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «(…) Si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios (…)».
El obrar de Cristo en el Espíritu Santo nos libera del demonio
Hoy consideramos que Cristo, actuando con el Espíritu Santo, se hace presente entre nosotros y nos defiende del mal. ¡Es absurdo que el demonio expulse al demonio! Tengamos sentido común: ¡es Cristo quien —con el "dedo" de Dios— echa a los demonios!
El anuncio del Reino es "acontecimiento": Palabra de Dios en Persona. Este anuncio es también una lucha contra las fuerzas del mal. El mundo antiguo vivió la aparición de la fe cristiana como una liberación del temor a los demonios que, a pesar del escepticismo y el racionalismo ilustrado, lo invadía todo. Para nosotros no hay más que un Dios y un solo Señor, Jesucristo (cf. 1Cor 8,4): en esta afirmación hay una fuerza liberadora, el gran exorcismo que purifica el mundo. Por muchos "dioses" que fluctúen en el mundo, ¡sólo uno es Dios y Señor!
—Con Jesucristo, Dios ha entrado en la historia de un modo totalmente nuevo: vivimos, de manera singular, el tiempo de la conversión y del arrepentimiento, y también el tiempo del júbilo.
Texto: Evangeli.net
Fotos: Roberto Bravo
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