La diócesis católica de Comayagua incitó a la población hondureña a exigir a las autoridades mejorar las condiciones de reclusión y las medidas de seguridad humana en los diferentes centros penales. En un comunicado, monseñorRoberto Camilleri, obispo de esa zona del país, lamentó que Honduras esté viviendo la peor tragedia en la historia de los centros penitenciarios.
La Diócesis de Comayagua, se dirige en estos momentos de consternación local y nacional, a los familiares profundamente angust¡ados de las personas privadas de libertad que perecieron en el Centro Penal de Comayagua, a los heridos y afectados durante el fatal incendio que inició a las 10.50 pm de ayer, martes 14 de febrero. También nos dirigimos al pueblo hondureño en general.
Primero: Lamentamos profundamente lo ocurrido durante la peor tragedia en la historia de los centros penales de nuestro país y nos solidarizamos grandemente con los familiares y afectados por el siniestro que acabó con la vida de un número elevado de presos en la penal de Comayagua, que según datos iniciales suman 356 personas fallecidas, de una población penal de 852-
Segundo: lnvitamos a nuestros hermanos y hermanas a unirse con nosotros en un esfuerzo común para aliviar en el corto y mediano plazo las necesidades más urgentes de los sobrevivientes del siniestro y de las familias afectadas.
Tercero: Lamentamos que sea este el tercer siniestro que se da en el término de una década en los centros penales en Honduras, con el agravante que la granja penal de esta ciudad de Comayagua era considerada como la cárcel con mayor nivel de seguridad humana a nivel nacional.
Cuarto: Consideramos lamentable las condiciones inhumanas de hacinamiento e inseguridad en la que vive la población penal de nuestro país. Específicamente en el Centro Penal de Comayagua, construida para albergar 250 personas, la población penal ascendía a 852 privados de libertad.
Quinto: Pedimos a las fuerzas vivas de la sociedad hondureña para que, unidos, exijamos a nuestras autoridades mejorar las condiciones de reclusión y las medidas de seguridad humana en los centros a penales, para salvaguardar la integridad y la dignidad de los privados de libertad, y para que no se repita otra vez tan lamentable tragedia que hoy enluta a tantas familias hondureñas y nos entristece a todos.
Sexto: Pedimos a la comunidad cristiana elevar oraciones al Dios de la vida, para que acoja en sus manos bondadosas e introduzca en su gloria a nuestros hermanos fallecidos, y fortalezca a los familiares con la certeza de que no están solos, que Dios vela por ellos y les acompaña en estos momentos difíciles. Que Dios sane pronto a los heridos durante el siniestro y que nuestras autoridades civiles actúen con decisión y prontitud en la mejora de las condiciones de nuestras cárceles y del sistema judicial en general.
Monseñor Roberto Camítteri OFM
Obispo de Comayagua y el Presbiterio de la Diócesis
Ciudad Redonda
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